Lo vivido este sábado en San Mamés fue mucho más que un partido. Más de 51.000 personas abarrotaron el estadio para presenciar el encuentro entre la Euskal Selekzioa y la selección palestina, un duelo que quedará grabado en la memoria colectiva por su carga simbólica, su fuerza emocional y su mensaje político y humanitario.
Un estadio repleto de ikurriñas y banderas palestinas acompañó la llegada de los equipos, que fueron recibidos con un mosaico gigante formado por ambas enseñas. Antes del pitido inicial, sonaron los himnos y se guardó un minuto de silencio en recuerdo de las personas asesinadas por el Ejército israelí. El silencio se rompió con una atronadora ovación y un grito unánime: “Palestina askatu” - libertad para Palestina -, que retumbó en las gradas de La Catedral.
A partir de ese momento, los cánticos en apoyo al pueblo palestino y las críticas a Israel se sucedieron durante todo el encuentro. Cada acercamiento de los jugadores palestinos a la portería rival despertó ovaciones, mientras miles de luces de móviles iluminaron el estadio en el minuto 75 al ritmo del grito ya convertido en lema de la noche.
Cerca del minuto 77 llegó el tercer gol de la selección vasca, obra de Urko Iruretagoiena, Izeta, delantero del Athletic Club. Sin embargo, el marcador pronto quedó en un segundo plano. Minutos antes del final, por megafonía se pidió al público que permaneciera en sus asientos para homenajear al combinado palestino y mostrar apoyo a la oficialidad de la selección vasca, mensaje emitido en euskera y árabe.
Al término del partido, los jugadores palestinos desplegaron una pancarta con el mensaje “Thank you Basque Country”, que fue recibida con una nueva ovación y con miles de voces cantando “Palestina askatu” y los versos de Txoria Txori, símbolo de libertad.
Las emociones se mezclaban en el césped. “Hoy el resultado no era lo importante. Ha sido una imagen internacional muy bonita”, declaró Iñigo Ruiz de Galarreta, jugador de la Euskal Selekzioa. “Lo fundamental era mandar fuerza al pueblo palestino”. Hamed, futbolista palestino, visiblemente emocionado y con la camiseta cambiada - regalada a Iñigo Lekue -, confesó haber vivido un momento único: “He cumplido un sueño. No me podía imaginar esto. Ha sido un día histórico. Intentaremos enviar este mensaje al mundo y que se acabe el genocidio”.
Para Palestina, además, fue su primer partido disputado en Europa. En apenas unos días, este mismo mensaje cruzará el mapa para llegar también a Cataluña, donde la selección palestina se enfrentará a la catalana el próximo martes en el Estadi Olímpic.
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