Las circunstancias que rodean a Israel provocan que cualquier competición disputada por su selección o clubes del país hebreo esté en el punto de mira. El caso del balonmano femenino no es diferente: la selección española se midió a Israel en un encuentro de clasificación al Europeo 2026, luciendo en sus zapatillas un dibujo de una sandía como señal de apoyo a Palestina, ya que esta fruta comparte colores con la bandera de dicho estado. El partido, jugado a puerta cerrada en Bratislava, terminó con victoria de las guerreras por 22-38.

Las jugadoras españolas no querían disputar la contienda, y varias de ellas así lo mostraron en un largo comunicado emitido en redes sociales: “Ante el deber de jugar, no puedo ignorar lo que sucede más allá de la pista. Como deportista, me resulta imposible separar por completo la competición de la realidad que ahí fuera golpea cada día las vidas de personas inocentes”, arranca el mensaje.

En el mismo, se señala que “hoy, reina un silencio que ahoga. Esa doble vara de medir también duele. Mi solidaridad está con el pueblo palestino, sometido a un genocidio que ha arrasado la vida de 68.000 personas y en cuyo hogar no han dejado piedra sobre piedra. No se trata de política (pregúntese quién lo argumenta y por qué): se trata de humanidad, dignidad y justicia. (…) Compito, sí. Pero lo hago con indiferencia”.

El seleccionador español, Ambros Martín, también expresó su disconformidad con el hecho de que se jugara el partido en la previa del mismo en una entrevista al diario Marca: “Somos deportistas, pero también personas. Vemos lo que está pasando, como personas civilizadas en un país como el que vivimos, y así es difícil abstraerte de esta situación”. Martín aseguró que, si competían, era porque están “obligados a ello”: “No se puede entender cómo se permite lo que está sucediendo. Vamos a competir porque estamos obligados a ello. De lo contrario, recibiríamos una penalización. Va a ser difícil jugar contra un país que no respeta ningún tipo de derecho humano, como a la vida, el más importante”.

En lo deportivo, las guerreras lograron ante, a priori, su rival más inferior del grupo, su segunda victoria en la clasificatoria tras iniciar esta con triunfo frente a Grecia. Un marcador que afianza a España como líder del grupo 6, aunque empatada con Austria a puntos. El objetivo del combinado nacional es estar en el próximo Europeo, misión que parece asequible al ser las austriacas la única selección capaz de resultar competitivamente exigente.

En el horizonte próximo aparece el Mundial, que se celebrará del 26 de noviembre al 14 de diciembre en Alemania y Países Bajos. Tras los últimos resultados en los grandes torneos en los que no se pasó de octavos de final, la exigencia de cierta mejora surge como motivación en pleno cambio generacional de un combinado que promete dar mucha guerra.

¿Por qué una sandía?

La imagen de la sandía se ha convertido en un símbolo de solidaridad con Palestina ya que, al cortarse muestra colores que coinciden con su bandera: rojo, verde, blanco y negro. Tras la guerra árabe-israelí de 1967 y la ocupación de la franja de Gaza y Cisjordania por Israel, se impusieron prohibiciones o restricciones a la exhibición de la bandera palestina y símbolos asociados. En ese contexto, la sandía emergió como símbolo de resistencia y metáfora visual que, con el paso del tiempo, se ha extendido más allá del ámbito local y se utiliza en redes sociales, manifestaciones internacionales o campañas de solidaridad.

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