Bruselas ha concretado el menú de propuestas destinadas a los Veintisiete, que serán debatidas este viernes en el consejo extraordinario de ministros de Energía. Las cinco medidas conocidas plantean una reducción del consumo de electricidad en horas punta, topar el precio de las energías renovables, limitar los ingresos de las grandes energéticas y las “ganancias inesperadas” de los productores de energías fósiles, impulsar la liquidez de las empresas energéticas y establecer un precio máximo al gas ruso.

Todas estas propuestas, indica Úrsula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, para proteger a los consumidores y empresas más vulnerables. No obstante, no todos los países se verán afectados de igual manera ni asumirán las mismas medidas. Es el caso de España, donde ya se aplica un tope al precio de las renovables incluso más ambicioso que el planteado por Bruselas.

De igual manera ocurre con el precio al tope del gas, ambos topados por el mecanismo de excepción ibérica que establece que el megavatio hora (MWh) no puede superar los 40 euros, que en el caso de las renovables asciende a los 80 euros porque son necesarios dos megavatios para producir uno de electricidad. Con esto, el precio final de las renovables en España, sumado el coste y los derechos de emisión, oscila entre los 150 y 200 euros el MWh, por debajo del tope de 200 euros propuesto por el Ejecutivo europeo.

Reducción de consumo

Bruselas ha propuesto también “reducir el consumo general de electricidad de todos los consumidores” al menos un 5%. Se apunta desde el Ejecutivo que las horas puntas son aquellas que encarecen en mayor medida la electricidad y que el objetivo es “aplanar la curva” de consumo. Sin embargo, España también es una excepción en este caso, ya que, debido a la gran presencia de renovables, el pico de demanda no suele coincidir con el pico de precio.

La hora de mayor demanda en la península Ibérica la hora de mayor demanda eléctrica se sitúa en las horas centrales del día, pero el pico de precios se alcanza una vez escondido el sol debido a la mayor necesidad de gas para generar electricidad. A pesar de ello, el Gobierno español está abierto a analizar la reducción de consumo y ver de qué manera puede realizarse.

Sara Aagesen, secretaria de Estado de Energía, ha señalado que, en lo que respecta la reducción de la demanda, en España “tenemos que hacer un esfuerzo por hacer una reducción de la demanda pico”, pero asegura que en el país no existe un problema de excesivo consumo.  No obstante, ha asegurado que, aunque los hogares serán parte de las medidas asumidas para reducir el impacto de la crisis del gas, todas las propuestas sugeridas serán de aplicación voluntaria para los hogares.

Resto de medidas

A nivel impositivo, Von der Leyen ha sugerido centrarse en las energéticas fósiles (petróleo, gas y carbón) y exigirlas una “contribución solidaria temporal”, medida asumida ya en España desde que se anunció el impuesto a las grandes energéticas. Por otro lado, el tope al precio del gas ruso, a modo de excepción ibérica, reduciría los precios de la electricidad en toda Europa, aunque España, debido a su menor dependencia, no se vería tan afectado por la medida.

Por último, Europa debatirá sobre la aplicación de ayudas directas dirigidas a empresas energéticas estratégicas golpeadas por la tesitura y la volatilidad del mercado. Con esto, se pretende garantizar la liquidez de estas compañías y mantener la producción energética. En España están implantadas diferentes ayudas en la línea de la sugerida por Europa. Ejemplo de ello son las contempladas en el Plan Nacional de Respuesta a la consecuencias de la guerra, donde se reflejan 125 millones de euros destinados a empresas gas intensivas, o las aprobadas el pasado mayo, dotadas con 244 millones y destinadas a industrias electrointensivas.