¿Recuerdan cuando los bancos y algunas cajas de ahorro eran los dueños de la Bolsa española y mantenían numerosas participaciones en las empresas cotizadas? Pues ese panorama ha ido cambiando con los años de manera radical. Valga un dato: en 1992 el 15,6% del mercado de acciones estaba en manos de los bancos y este porcentaje se ha reducido al 3% a cierre del pasado año. La estrategia de separación entre banca comercial e industria se ha impuesto debido a unas grandes exigencias de capital que se impone a las entidades financieras por mantener posiciones en la industria.

También las familias han ido perdiendo peso en la propiedad del mercado y todo ello se ha producido en favor de los ya famosos fondos de capital riesgo que se dedican a comprar parte o la totalidad de una empresa en Bolsa con el fin de sacar la máxima rentabilidad a esa inversión. BlackRock, Permira, The Vanguard Group, Norges Bank, Invesco, CVC o las españolas Corporación Financiera Alba (Corpfin) o Alantra se dedican a este negocio de invertir en empresas cotizadas y no cotizadas para obtener ganancias.

Las estrategias son múltiples. Desde movimientos puramente especulativos que se hacen con elevados porcentajes del capital, en torno al 5% de una compañía, a inversiones estables que buscan rentabilizar el ahorro de sus fondistas por la vía del dividendo o de la revalorización del valor en Bolsa o directamente la toma de posiciones mayoritarias para dedicarse a gestionar la compañía o influir de manera importante en su marcha.

Las cifras son muy elevadas y en las 35 empresas que componen el Ibex 35 de la Bolsa española mantienen estos fondos de capital riesgo más de cien posiciones en compañías tan relevantes como Banco Santander, Telefónica, Iberdrola, Enagás, Banco Sabadell, BBVA, Inditex, Viscofan, etcétera. En total tienen invertidos en el selectivo índice español más de 35.000 millones de euros. Ahora mismo, se calcula que su peso en el conjunto de la Bolsa española se acerque al 15% de su valor total.

Normalmente estos fondos responden a capital privado de sus inversores, pero en otros como Norges Bank es dinero público de pensiones que se pretende rentabilizar a la caza de oportunidades en Bolsa. También hay que recordar los fondos de capital riesgo públicos que vinieron de los petrodólares de Oriente Medio y que tuvieron su primer protagonista en el grupo kuwaití KIO que dejó dos torres de recuerdo en la madrileña plaza de Castilla.

La presencia de estos grupos de inversores tiene sus defensores y detractores. Y depende mucho de la estrategia que sigan, donde el pequeño inversor puede quedar como un simple convidado de piedra entre intereses de gigantes financieros. También las empresas donde desembarcan pueden verse afectadas de forma positiva o negativa. En no pocos casos buscan situaciones de debilidad en los accionariados para hacerse fuertes e imponer su forma de gestionar.

Pero hay una cosa clara que hace desconfiar a los inversores cuando uno de estos fondos se hace fuerte en una empresa cotizada. Buscan, sobre todo, el cobro de un elevado dividendo y éste se convierte en el eje principal de su estrategia, despreciando otras consideraciones con un objetivo a medio y largo plazo. Se trata, en muchos casos, de exprimir la vaca en el menor tiempo posible y luego saltar hacia otra compañía que les pueda facilitar esa rápida ganancia. La Bolsa española es, hoy por hoy, una de las más rentables por el cobro del dividendo en todo el mundo y muchas compañías está anunciando estos días que llegarán a pagar el cien por cien de su beneficio a los accionistas.

A muchos de estos fondos de capital riesgo no les preocupa si con ese dinero del beneficio se podría ir reduciendo más deuda o invertir en nuevos proyectos que a medio o largo plazo traigan más ganancias a la compañía y prosperidad para el conjunto del país. Su visión es muy cortoplacista y nos le preocupa desprenderse o cerrar actividades o divisiones que no cumplan con sus exigencias de rentabilidad. Si un inversor pequeño se encuentra en una de esas compañías donde algunos de estos fondos más especulativos han tomado posición de dominio, estén muy pendientes a sus movimientos porque en ello le irá el éxito o fracaso de su inversión. Y es que su visión cortoplacista puede que no sea lo mejor para la marcha de las compañías, aunque sí para ellos.