La ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, enfrentará el próximo miércoles una de las votaciones más importantes de su vida política, la más relevante para su cartera en esta legislatura y un nuevo órdago a su capacidad de acción. La reducción de la jornada laboral hasta las 37,5 horas, sin merma salarial, deberá afrontar el debate de las enmiendas a la totalidad antes de lo previsto, debido a un fallo de cálculo del Gobierno de coalición, y lo hará con una mayoría de derechas que se ha unido para tumbar la reforma.
El Partido Popular (PP) y Vox contarán en esta ocasión con el apoyo de Junts per Catalunya, que se sumó hace meses al grupo de los partidos políticos que defienden los intereses de la patronal con su propia enmienda a la totalidad. Las tres formaciones han presentado un texto para que la ley sea devuelta al Ejecutivo y ni siquiera llegue hasta el final del recorrido parlamentario, por lo que se mantendrá un debate en el Congreso y tan solo se producirá una votación, dado que el fin último de las enmiendas es el mismo.
Las cosas no pintan bien para la coalición progresista, que una vez más puede darse de bruces con la realidad: la mayoría parlamentaria es de derechas. Ante una derrota más que posible, Díaz ha ido preparando el terreno para defender la acción del Gobierno, cumpliendo con la presentación de la normal, y excusar la incapacidad de reunir los apoyos necesarios, desviando la culpa hacia aquellos que puedan tumbar el avance.
"Casi ha transcurrido un año más, y el Gobierno ha hecho lo que tenía que hacer: cumplir con el acuerdo de gobierno y de investidura […] El Gobierno no está fallando”, trasladaba este miércoles la ministra durante una rueda de prensa. Asimismo, señala como culpable a una oposición que es “muy mala para este país" y no duda en “dañar a los trabajadores”. “Quien vote en contra de mejorar la vida de la gente trabajadora está en contra de los trabajadores de nuestro país, les abofetea”, zanjaba el reparto de responsabilidades.
No obstante, Díaz no lo da todo por perdido y por el momento solo carga contra los de Alberto Núñez Feijóo, ignorando como ya es habitual a la desnortada ultraderecha a la que no se espera en ningún acuerdo que mejore la vida de los trabajadores. "Estamos trabajando con Junts y con todas las formaciones [...] Yo le quiero dar las gracias a todas las formaciones políticas, excepto a una, que se llama Partido Popular”, cargaba la vicepresidenta, criticando que ni siquiera asistieran a las reuniones de negociación.
PP, Vox y Junts, a la orden de la patronal
Díaz no es nueva en este tipo de situaciones. La propia vicepresidenta segunda ha recordado el culebrón de la reforma laboral, que concluyó con la aprobación de la ley gracias al voto equivocado de un diputado del PP. Por aquel entonces, la ministra no se arrugó y acudió a la Cámara Baja a sabiendas que no contaba con los votos suficientes, pero un golpe de suerte dio luz verde a la norma laboral más importante de los últimos años, que explica en gran parte la evolución positiva del mercado de trabajo.
No obstante, la tesitura no es la misma. Un actor influenciador clave ha irrumpido en contra de las pretensiones del Ministerio de Trabajo, contrariamente a lo que sucediera con la reforma laboral, y los partidos de la derecha han respondido al unísono. La Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) se ha mostrado contraria al aminoramiento de los tiempos de trabajado y se ha propuesto hacer todo lo posible para boicotearla. Para este cometido cuenta en el Congreso con los conservadores españoles y los catalanes, sumados a la triple entente por servilismo ante la patronal catalana (Foment del Treball).
Las posiciones parecen más que afianzadas y la votación llegará en menos de una semana, algo que ha sorprendido a todo el espectro político por la premura. “Francamente, llegar de vacaciones y encontrarnos que con menos de una semana esto se va a pasar a pleno y se va a votar, no puedo decir que sea oportuno”, ha valorado el secretario general de UGT, Pepe Álvarez, que pese a la “premura” considera que el ‘sí’ a la reducción de jornada “ganará la batalla”. Cuándo llegue ese momento es otra cuestión para la que Díaz también ha dado respuesta.
"Con lo que pase, lo volveremos a llevar. Mi paciencia es infinita", garantiza la ministra de Trabajo, que no cederá en su pretensión de dar cumplimiento a la promesa con la que vertebró su última campaña electoral y el pacto de Gobierno. Díaz asegura haberlo intentado todo, incluso aceptó retrasar una votación que ella quería celebrar en julio, pero si la intención es que la reducción entre en vigor antes de acabar el año, el momento ha llegado.
“Una semana antes o una semana después no va a cambiar el voto de nadie", defiende la ministra de Trabajo. Ahora, la pregunta es si “el Partido Popular va a volver a golpear a los trabajadores como hizo con la reforma laboral en nuestro país y se va a poner del lado del negacionismo laboral”.