Y Hermann Tertschs fue.




Se fue demostrando quién es. Un más que mediocre, rancio y grotesco tertuliano que corre despavorido buscando la puerta de atrás de los platós en el momento que la impotencia, producida por su incapacidad para debatir, le supera, le anula, le inhabilita y le oscurece los ya de por si pocos elementos de los que dispone para defender sus posiciones.



Hermann. Este curioso y extraño personaje dispuesto a subvencionar con su falta de rigor y poca ciencia al mejor postor. Este petulante mediático, autoritario, irreverente sin conocimiento ni causa, mal lo debió pasar ayer para perder por abandono, por puntos y por KO, la oportunidad de producir ruidosos esperpentos contra el lógico e inteligente a su lado Jorge Verstrynge.