Dice el refrán que cuando el diablo no tiene qué hacer, mata moscas con el rabo. Traducido a las elecciones catalanas, se puede afirmar que cuando a los candidatos les faltan argumentos para defender su propuesta de gobierno, atacan al líder que más temen. Este jueves, en el Debat de la Sexta, se comprobó una vez más hasta qué punto da miedo Salvador Illa a los independentistas, a la derecha y a la ultraderecha.

Todos dispararon contra él. Criticaron de nuevo la negativa del socialista a someterse al test de antígenos y esparcieron la sospecha de que estaba vacunado. Illa contestó por enésima vez que el protocolo sanitario no lo exigía, al no tener síntomas ni haber estado en contacto con contagiado alguno. Sanidad había certificado previamente que no había recibido la vacuna. Pero, acabado el debate, otra falsa noticia circuló por las redes. Con el membrete de una acreditada red hospitalaria, se afirmaba que Salvador Illa había dado positivo en una PCR. El PSC lo denunció de inmediato a la Fiscalía.

En el debate ya se había perdido un tiempo precioso con esta cuestión. Como se intentaba dejar al candidato socialista de mentiroso, disminuyó el tiempo para que cada formación presentara sus propuestas y el modelo de gobierno que ofrecía a los ciudadanos. Sin perder los nervios, Illa intentaba presentar las suyas, esquivando las continuas interrupciones y los improperios de la mayoría de los presentes. Si las palabras fueran piedras, le habrían lapidado. "El todos contra Illa ha degenerado en el contra Illa todo vale, incluso la calumnia", apuntó el aludido.

La candidata de Junts dejó muy claras sus intenciones cuando proclamó que no permitirían que “la Moncloa vuelva a instalarse en la Generalitat”, como hizo al aplicar el artículo 155 de la Constitución que suspendió la autonomía catalana. Se refería a que no gobernarían con los socialistas en ningún caso. El candidato de ERC también subrayó su intención de no favorecer con su voto la formación de un Gobierno del PSC, no fuera a quedar como un independentista enclenque.

A pesar de tanto batiburrillo, algunas cosas quedaron claras: Todos temen que un resultado muy apretado conduzca a unos acuerdos tan difíciles que no satisfagan a nadie. O que esos convenios no se hagan efectivos y haya que repetir la jugada. Algo desastroso en la actual situación, con un electorado agotado por la pandemia y harto de la crisis institucional que sufre.

La preocupación de Ciudadanos quedó patente ante la perspectiva de un posible batacazo, así como la reiterada opción de los Comunes por un gobierno de izquierda, transversal fuerte y estable, en el que se incluyera también ERC. Los representantes de PP y Vox se miraban como los gladiadores en el circo, aunque el candidato popular evitó dar importancia a los disparates que salían sin parar de boca del candidato ultra. Entre otros, sus arriesgadas denuncias de “la islamización de Cataluña”.

De este encuentro entre aspirantes a la Generalitat, me quedo con la impresión de que la serenidad de Salvador Illa destaca frente a la tensión. Y también con su mensaje: “Propongo un plan de reencuentro entre los catalanes porque este odio al hacer política se tiene que acabar”.