El pasado 8 de enero a las 19.00 horas, Inma descolgó el teléfono sin imaginarse lo que estaba a punto de suceder. Una mujer que se identificó como administrativa de su hospital, el Puerta de Hierro, le comunicó que a las ocho de la mañana del día siguiente debía presentarse en el Hospital Isabel Zendal.

“Me informó de que este traslado era obligatorio y que negarme supondría una renuncia a mi contrato y una penalización de un año en el sistema de salud madrileño, lo que supone no poder seguir trabajando ni en mi hospital ni en ningún otro de la red pública”, recuerda. “Así de repente, de un día para otro, sin tiempo para reaccionar y organizarse”, lamenta.

Su caso es uno de muchos. Hace ya una semana que se hizo público que la Dirección General de Recursos Humanos del Servicio Madrileño de Salud había enviado un mensaje a las gerencias de los hospitales pidiéndoles que no contratasen a ningún sanitario que hubiera rechazado trabajar en el hospital de pandemias.

Pero esta enfermera extremeña de 29 años, además de hacerlo público, decidió dar un paso más poniendo en marcha, a través de la plataforma de peticiones Change.org, una recogida de firmas contra las amenazas a los sanitarios y los traslados forzosos.

Miles de apoyos

Solo en las primeras 24 horas, Inma consiguió 50.000 firmas y cuatro días después, el jueves, ya estaba presentando casi 100.000 ante la Consejería de Sanidad. Desde entonces la cifra no ha dejado de subir. 

De momento no ha recibido respuesta alguna por parte de la administración, ni tampoco el respaldo de sindicato alguno o de las gerencias de los hospitales, pero espera que se haga algo al respecto tras la entrega de las rúbricas.

Lo que sí ha obtenido Inma han sido ofertas de trabajo de otras comunidades autónomas como Cataluña, Asturias y la Comunidad Valenciana, además del apoyo de miles de ciudadanos y de sanitarios que están pasando por lo mismo. Sin embargo, son pocos los que se atreven a alzar la voz por "miedo a represalias". Ella, aunque también teme consecuencias, ha optado por dar un paso al frente porque no está dispuesta a "ser presionada por la administración pública". 

Sin tener en cuenta ninguna circunstancia

Una administración que no parece tener en cuenta ninguna circunstancia. “Da igual si residimos o no a 68 km de ese hospital, como es mi caso; si tenemos que conciliar; si escogimos el hospital donde trabajamos porque era un reto profesional; si teníamos unas planillas, turnos y días de descanso que nos correspondían y que no nos van a respetar”, denuncia esta enfermera.

La decisión se adopta “sin informar a nuestros supervisiones sin darnos otra alternativa, con nuestros zuecos y nuestra ropa todavía en otro lugar. Y lo peor de todo, con intimidaciones. Diciéndonos que estamos obligados y que, si renunciamos, seremos penalizados en nuestro futuro laboral”, explica. "Yo cuando firmé mi contrato nadie habló del Zendal", recuerda. 

Desvestir un santo para vestir otro

A esto se une que los sanitarios son necesarios en sus puestos actuales. "Lo único que están consiguiendo es desmantelar los hospitales de Madrid que también requieren personal, perjudicando a los pacientes y potenciales pacientes, que tendrán cada vez menos personas para atenderlos", subraya.

“Hace falta contratar más y mejor, no mover a gente dejando vacío su puesto, eso es inasumible para cualquier centro”, sostiene. 

Miedo al Zendal 

Sobre el Hospital Isabel Zendal, asegura que son muchos los sanitarios que le temen, especialmente de Enfermería. La falta de organización es tal que "no hay garantías de que pueda desarrollar bien mi trabajo allí", confiesa. No se han valorado los riesgos laborales, de manera que "si hay un problema y alguien sufre algún daño, la primera perjudicada voy a ser yo y me niego a cargar con una negligencia en mi expediente", sentencia. 

De ‘héroes’ a maltratados

Inma recuerda que a quienes está sucediendo esto es a las mismas personas a las que hace bien poco se les aplaudía. “Nos hemos deslomado estos meses para sacar la sanidad adelante. Muchos de nosotros hemos tenido que llevar la misma mascarilla 15 días porque no había más, pusimos en riesgo nuestras vidas”, rememora, para acabar zanjando: “No queremos un Princesa de Asturias si después nos van a amenazar”.

Agotamiento extremo

Sobre la carga del personal sanitario dice que ya no pueden más. “Estamos cansados, agotados”. “La carga emocional de todo lo que hemos vivido en el último año se acumula y ya se ha alertado de los riesgos que hay de padecer trastornos de salud mental”, indica.

“He visto con mis ojos cómo desconectaban a muchas personas de un respirador. Y es durísimo. He trabajado turnos interminables para sustituir a compañeros contagiados por Covid. Ya basta, de verdad. No somos héroes, somos personas. Y como cualquier persona tenemos nuestros límites”, recalca.

Inma recuerda con nostalgia que decidió estudiar enfermería por vocación, pero deja claro que no todo vale con esa excusa. “Hemos aguantado salarios bajos a veces, turnos difíciles otras, inestabilidad laboral", narra, rememorando que todos sus contratos han sido precarios. Solo en una ocasión tuvo uno de un año y no por jornada completa, sino por 21 horas. Pero "no podemos tolerar amenazas ni que nos marquen con una cruz por renunciar al Zendal", recalca, "esto es la gota que colma un vaso, muy lleno desde hace años”..