El Ayuntamiento de Alcalá de Henares (PP), no deja de acumular polémicas. La última que ha salido a la luz por parte del consistorio que lidera Judith Piquet tiene que ver con una práctica que para algunos resulta poco menos que primitiva y, más allá de esto, que el consistorio de José Luis Martínez-Almeida eliminó: matar cotorras a tiros.

El equipo complutense asegura que es necesario establecer el control sobre estas ruidosas aves, pero la práctica no ha quedado exenta de polémica, al margen de que los críticos consideran que ni siquiera supone una lacra real. Aún y en el supuesto de esto sea así, inciden en que la forma de proceder no es la más ortodoxa.

Un vídeo publicado por elDiario.es muestra a un hombre ataviado con una carabina -proyectiles de aire comprimido-, cuestión que los promotores utilizan para su defensa, obviando las quejas de los vecinos al actuar en un área residencial por el tránsito de niños, ruidos, etc.

El PP municipal asegura que esta es tan solo una de las varias medidas que han puesto sobre la mesa para intentar hacer frente a esta y otras especies que, dicen, resultan especialmente molestas para los vecinos. Así las cosas, los ‘populares’ -que gobiernan en coalición con Vox- también estudian la retirada de nodos, el control de incubación de huevos, la eliminación de contenedores o aves de cetrería -como halcones- para disuadir a estos pájaros.

La zona de la localidad que más cotorras acumula es el parque de Magallanes, donde en la última semana se ha producido la cacería a plena luz del día.

Cuando el ayuntamiento de Almeida aprobó (y eliminó después) esta práctica

En 2021, el ayuntamiento de Almeida aprobó precisamente esta medida para controlar la invasión de cotorras argentinas, aunque terminó descartándola debido a la presión vecinal, de la oposición y de asociaciones medioambientales. La controversia se centró en el parque de Fuente del Berro, donde el equipo del líder popular anunció el cierre temporal del recinto para “efectuar trabajos de control de especies invasoras”.

Antes, en 2019, el consistorio de Cibeles había prometido ejercer el control sobre las cotorras argentinas, pero había dicho que lo haría de una manera ética. Nada más lejos de la realidad, terminó contratando a una empresa -Matinsa y Dypsa- para matarlas a tiros. El montante para llevar a cabo estas operaciones estaba presupuestado en un principio en 100.000 euros, pero terminó costando más de tres millones con el objetivo de sacrificar a cerca de 12.000 ejemplares.

Fue hace cosa de un año cuando el ayuntamiento madrileño anunció que pondría fin a la persecución de cotorras. El delegado de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad, Borja Carabante, emitía que el proyecto había cumplido con los objetivos y que, el contrato no se iba a ampliar una vez finalizado. Justificaba, eso sí, la forma de proceder: “La reducción y el control de las cotorras no solo era un problema de quejas a los ciudadanos con las molestias que ocasionan el ruido, sino sobre todo de seguridad consecuencia de la instalación de esos nidos tan voluminosos y tan pesados en las ramas de los árboles”.

Semana horribilis de Judith Piquet

Lo cierto es que la semana de Piquet no está exenta de polémica. En los últimos días, los socialistas complutenses han denunciado que la regidora emplea con frecuencia “escolta personal” para acudir a determinados actos, siendo los últimos las procesiones de Semana Santa.

Desde las filas socialistas precisaban que se trata de un modus operandi llevado a cabo “de manera sistemática” mientras el cuerpo se encuentra infrafinanciado. De hecho, la edil primera habría utilizado personal de los cuerpos de seguridad también para acudir a los juzgados. “Es ridículo”, aseveraba Javier Rodríguez, ex alcalde del partido y actualmente líder en la oposición.

“Cuando llegamos a la alcaldía en 2015 lo primero que hacemos es quitar esos escoltas, lo que supuso un ahorra de dos millones de euros”, recordaba, haciendo hincapié en que es un gasto superfluo, máxime cuando los trabajadores se quejan de la situación que atraviesa la plantilla. “Su actitud beligerante, faltona e incluso arrogante contrasta mucho con requerir de escoltas para sus actividades cotidianas. Nunca había ocurrido durante ocho años”, insistía en conversaciones con este periódico.

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