Se cumple un año de la DANA que acabó con la vida de 229 personas. ElPlural.com ha tenido el enorme privilegio de que algunos de los familiares de las víctimas nos hayan abierto sus corazones. El dolor sigue siendo insoportable para ellas por mucho que hayan transcurrido ya 365 días. Ilosva perdió a su marido Jose aquella tarde. Desde ElPlural.com les recomendamos ver la entrevista completa en vídeo que acompaña este reportaje, pues nadie mejor que Ilosva puede contar lo que aquello supuso para ella y para sus hijos. También les advertimos de la dureza de la misma.

Al preguntarle cómo está, Ilosva se rompe, no lo puede evitar. Asegura: “Estoy mal. Solamente con pensar en la fecha, y que ya se va a cumplir un año de no tenerlo, es lo que más me duele. El sentir que no tenemos a papá en casa. Va a pasar un año de la tragedia, para para mis hijos y para mí son 365 días sin papá. Es muy doloroso. Sé que se tiene que superar, que todo se supera, pero cuesta. Y mis niños. Tengo dos niños de ocho años y a tan temprana edad se han quedado sin la presencia y sin la compañía y el abrazo de papá, y eso me duele mucho”. Asegura que siente “rabia e ira”, y se pregunta “de qué sirve tanta manifestación, tanta protesta, si no vamos a conseguir que vuelva papá”.

“Si hubieran avisado antes. Ese es el problema. Si hubieran avisado antes no hubiera salido mi marido”, afirma. Habla de que a ella le da igual la pérdida de los coches, pues son pérdidas materiales, y entre lágrimas recuerda como aquella tarde del 29 de octubre en Benetússer no llovía, y además ella vive en una zona alta donde finalmente el agua solo subió unos 50 centímetros. Sin embargo, y tras un aviso de los vecinos, su marido sacó el coche del garaje y, mientras buscaba aparcamiento quedó atrapado en una zona del pueblo donde el agua superó los dos metros. Allí, Jose trató de aguantar, pero la fuerza de la riada se lo llevó por delante, lo arrastró y lo metió en un garaje donde finalmente, y tras muchos minutos de pedir auxilio a gritos, perdió la vida.

El dolor es tal que no deja de preguntarse si podría haber hecho más, si debería haber dejado a los niños e ir a por su marido. Es más, lo intentó, pero la crecida del agua era tal que solo pudo andar una calle, pero cuando el agua le llegaba por la rodilla pensó: “Dios mío, mis hijos. Si a mí me pasa algo con quién los dejo”, y volvió sobre sus pasos. Pero también recuerda los mensajes que tiene de su marido pidiendo auxilio. “Él era consciente de que se iba a morir, me pidió auxilio a gritos. Ayúdame, ayúdame, no puedo salir. Que alguien me ayude por favor”.

Como ocurre con muchas víctimas, tiene un sentimiento de culpa enorme. Un sentimiento que no deberían tener, pero que tienen, y que cuesta de entender desde la cómoda distancia de no haber perdido a un familiar, pero que aquellos que convivimos con las víctimas estamos empezando a interiorizar y comprender Incluso los vecinos de Jose trataron de llegar hasta él también, pero como sucedió con Ilosva, era imposible llegar.

Ante este sentimiento, le preguntamos qué le diría al presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, si lo tuviera delante. Ilosva responde: “En sí no le diría nada, lo que haría sería ignorarlo, porque no se merece ni un saludo, ni una llamada de atención porque al final los políticos, ni van a renunciar, ni van a dejar su cargo. Al final, lamentablemente, todo esto se mueve con la política, con el dinero. Ni siquiera va a llegar a la cárcel por más protestas y manifestaciones que hagamos. Y no va a haber ningún movimiento o manifestación que nos devuelva a nuestros seres queridos”.

“Ya podemos hacer ruido, que van a pasar los años y se van a olvidar y ellos, nuevamente, van a volver a la política. A ellos no les afecta en nada, y no se ponen a pensar en la desgracia que tenemos nosotros que es de por vida. Lo vamos a superar, pero siempre va a estar ese recuerdo y ese dolor que tienen tus hijos. Pero para ellos, como por ejemplo con las ayudas económicas, en cierta manera lo veo como una manera de callar bocas (…) pero con eso no se soluciona. A mí cuando me dieron la indemnización por el fallecimiento, yo ese día me puse muy mal. Ese dinero es para mis hijos, pero ese dinero es fruto de la pérdida, del fallecimiento de mi marido. Es un dinero malhabido, manchado de sangre”.

"Yo sé que no lo puedo traer, que no lo puedo revivir, y me duele la ingratitud de los políticos. Dicen ponerse en tu lugar, pero no se ponen. El pueblo sigue igual, las calles siguen igual”, explica como en el trayecto de llevar a sus hijos al colegio puede ver que las calles siguen igual un año después.

Los niños de Ilosva y Jose

Uno de los momentos más duros es cuando le preguntamos a Ilosva cómo están sus hijos, que tenían siete años en el momento que falleció su padre. Ilosva explica: “hay días que están bien, y hay otros que están mal. Los niños se desconectan tan rápido que hay veces que son niños super felices, pero en el momento que tocamos el tema de papá…uno lo expresa y llora, habla llorando, pero habla de papá. El otro, no. El otro se comprime. Aun les cuesta. Continuamos con tratamiento psicológico. Seguimos necesitando esa ayuda. Pero he visto que en este tiempo el carácter de ambos ha cambiado. Sienten mucha ira, mucha rabia por todo. Ellos mismos lo dicen”.

“El otro día, hace dos días, hablando de papá, uno se puso a llorar y dijo yo no quiero que hablen de papá. Les duele mucho y se ponen a llorar. Yo veo sus caritas y también me causa mucho dolor, y me pongo a llorar, y ellos me dicen mamá no llores, no llores”, apostilla.

Ilosva recuerda como cuando hace unas semanas volvió a sonar el EsAlert fue “un día tan feo. Mis hijos se pusieron a llorar diciendo mamá por favor otra DANA más no. No queremos perder a más personas, no te queremos perder a ti mamá. El miedo se ha apoderado de todos nosotros, no solo de los niños, sino también de la gente mayor. Para mí, solo el escuchar la alarma fue revivir todo. Ahora cuando empieza a llover empiezas a revivir todo”.

La dureza de su día a día es tremenda. Se te parte el alma cuando la escuchas decir que, cada vez que vuelve a casa, revive aquel 29 de octubre: “Es revivir aquel día con solo que esté algo nublado. Es algo que no se nos va de la cabeza, de la mente”.

Tuvo que buscarse la ayuda psicológica sola

Le preguntamos por el hecho de que tuviera que buscarse sola la ayuda psicológica y dice: “Eso es lo más triste. Al día siguiente me fui al ayuntamiento porque no sabía qué hacer, cómo hacer, necesitaba una orientación psicológica porque yo quería que buscaran a mi marido. Pero en ese momento no había nada organizado. Me acercaba a los policías y, claro, (…) los policías me decían ya está fallecido y hay que gente que necesita de nuestra ayuda. Además, no podemos entrar”.

Es ahí cuando explica que pedía ayuda porque no sabía cómo les tenía que decir a sus hijos que su padre había muerto. “Necesitaba bastante una orientación psicológica. Fui a la Iglesia a hablar con el cura, le pedí que me acompañase, pero no pudo acompañarme. ’Tú puedes, yo confío en ti. Lo vas a hacer bien’, pero yo necesitaba la ayuda de él, pero la capilla estaba inundada. Ahora entiendo que tenía que dar prioridad a eso, pero en ese momento no lo entendí. Yo le dije, yo necesito que alguien me acompañe. Fui a casa de una amiga que no estaba y le dejé una nota. Y ellos me ayudaron a ir a casa y poder decirles a mis hijos. Eso fue lo más doloroso porque los niños se sintieron tan mal. A uno le dio un ataque de ansiedad. No se podían creer que su papá ya no volviese…porque el día antes estábamos viendo la tele, una peli con palomitas en el sofá con la mantita con su papá”.

“A mucha gente le he comentado eso y dicen nadie sabía que iba a pasar esto. No se puede juzgar a mi marido por haber salido. Y la alarma llegó tarde, cuando mi marido ya no estaba. Pero por más que llegó tarde, esa alarma no era clara. Para nada clara. No te decía no salgas, o sube a zonas altas o se ha desbordado. No había nada. Era un aviso generalizado que ya tenía redactado de hace tiempo. El último que mandaron es más explicativo”, cuenta Ilosva sobre la muerte de su marido y el famoso mensaje de alerta que no solo llegó tarde sino que, como dice la juez, era erróneo.

¿Cómo era Jose?

A veces, cuando suceden este tipo de tragedias, los fallecidos pasan a ser números, una simple estadística. Por eso le preguntamos a Ilosva que nos describa a su marido Jose, para que ustedes vean a la persona, al marido y al padre entregado, al periodista de raza que era. Esto es lo que ella dice sobre él:

“No porque yo sea su pareja, pero es que era una persona súper noble, súper honesta, sencilla, trabajadora. Estaba entregado a su trabajo, le encantaba lo que hacía, aunque terminase estresado. Era el encargado de la parte cultural del Ayuntamiento de Sedaví. Era entregado, y es otra parte que me duelo porque nunca nadie ha reconocido su trabajo. Nunca nadie le ha dicho, gracias. Y ese es otro dolor que siento, porque nunca nadie ha sabido reconocerle su trabajo, y se entregaba de lleno. Llegaba a veces a las cinco de la tarde, comía a toda prisa y se sentaba en el escritorio a continuar trabajando. Íbamos por los niños y otra vez a sentarse en el escritorio. Los domingos acababa diez u once de la noche. Era una persona súper entregada que le gustaba lo que hacía a pesar de que terminaba súper estresado”.

“Adoraba a sus hijos. Era entregado a su familia. Y eso me duele, porque era una persona tan buena que necesitaba disfrutar más de sus hijos. Necesitaba disfrutar más de la vida. Y ellos disfrutar más de su padre. Disfrutar más de sus hijos porque era entregadísimo y estaba orgulloso de los niños. Necesitaba ser feliz. Se nos fue tan pronto. Ojalá los responsables tengan remordimientos en sus corazones y se den cuenta que no han obrado bien”.

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