Ha empezado el baile. Después del batacazo electoral, Artur Mas puso el cargo a disposición de partido. Los que le rodeaban en el Majestic le pidieron, incluso le suplicaron, que no lo hiciera. Las fuentes de CDC que explican este episodio añaden “debía haber dimitido”. Sin embargo, se impuso la tesis que había que aguantar. Al fracaso estrepitoso electoral no se podía sumar la ausencia del líder. La cara de Mas desde su llegada a la sede electoral hasta su salida al balcón ilustra sobremanera este episodio.

Con este lastre, Artur Mas se presentó ayer en rueda de prensa con un Duran más que alicaído. Duran no habló. Mas sí, y lanzo un mensaje. El derecho a decidir es lo primero –Cataluña nuevo estado de Europa no apareció en escena- y la gobernabilidad del país una exigencia. Por eso, el líder de CiU planteó abrir dos frentes para alcanzar acuerdos. El primero el PSC. Lo dijo con la boca pequeña pero debía hacerlo. El segundo, e importante, Esquerra Republicana.

¿Empresarios independentistas?
Para adobar su acercamiento al PSC, algunas organizaciones empresariales clamaban a favor de la “sociovergencia” y alertaban de los riesgos de un acuerdo con ERC. Lo curioso es que en plena campaña electoral estas organizaciones, CECOT y PYMEC, organizaron encuestas de dudosa credibilidad en la que surgían amplias mayorías a favor de la independencia de Cataluña. Fomento del Trabajo, la patronal catalana, se desmarcó de estas veleidades. No lo hizo, sin embargo, la Cámara de Comercio de Barcelona, dirigida por Miquel Valls. El presidente de la Cámara se dejó ver durante la campaña día sí y día también con Artur Mas. 48 horas después de la jornada electoral, fuentes de la Cámara barcelonesa también apuestan por un gobierno de Convergència con apoyo del PSC.


No rotundo del PSC
Sin embargo, dos no se juntan si uno no quiere. En el PSC, los cantos de sirena lanzados por Mas son considerados como “un insulto”. En la calle Nicaragua, todavía se acuerdan que el PSC se abstuvo hace dos años para facilitar la investidura de Mas. Firmaron un acuerdo. No se ha cumplido nada. “Además ahora los ciudadanos quieren que ejerzamos la oposición y planteemos una alternativa, no que seamos la muleta de una CiU que se ha estrellado en estas elecciones” afirma un dirigente socialista. De hecho, ayer, el primer Secretario del PSC, deje la puerta prácticamente cerrada. “Pere Navarro votará contra la investidura de Mas”, añaden las mismas fuentes que no dan “demasiado recorrido” a la propuesta de Mas. Según fuentes socialistas, el NO será rotundo.

El soberanismo gana
En el fondo, los dirigentes de CiU conocen esta situación aunque intenten mantener las formas. Lo cierto es que los nacionalistas sólo quieren pactar con ERC. La cortina de humo lanzada hacia el PSC es eso, una cortina de humo. Lo importante es el acuerdo con los republicanos de Oriol Jonquera. Para lograrlo, CiU ha desplegado su artillería mediática. Primer mensaje: en las elecciones ha ganado una mayoría soberanista. Segundo: la meta a conseguir es el derecho a decidir. Tercero: los nacionalistas de todo color deben ser corresponsables para conseguir este objetivo.

La "traición" de La Vanguardia
Y en eso están. ERC que se ha mostrado contra los recortes, la supresión del impuesto de sucesiones o el euro por receta está siendo reclamada para dar apoyo a un gobierno nacionalista que debe recortar en los próximos presupuestos 4000 millones de euros, con expedientes de regulación incluidos en empresas públicas. “Hay que ser corresponsable por Cataluña” decía en una tertulia televisiva un dirigente nacionalista que consideraba “una traición” el tratamiento dado a la jornada electoral por La Vanguardia. Agustí Colomines, director de la Fundación CatDem, la heredera de la Trías Fargas hoy investigada por el caso Palau, añadía “el pacto con ERC es necesario con ajustes incluidos porque el objetivo es no arruinar el país”.

Si ERC no pacta, será acusada de hacer fracasar el proyecto nacional
Este es el mensaje subliminal de CiU hacia ERC. Intenta soliviantar a las bases republicanas afirmando que si no hay pacto es por la escasa voluntad soberanista de los dirigentes de ERC. Mas necesita un pacto de sangre con los republicanos porque cualquier pacto pasa por un fuerte recorte que permita cumplir los objetivos de déficit y, así, obtener los recurso del gobierno central. Oriol Jonqueras tiene ahora la pelota en su tejado. El 14 de noviembre estaba en la manifestación sindical y clamaba contra las políticas de austeridad. Hoy está en la tesitura de apoyar recortes a cambio de no ser acusado de hacer fracasar el proyecto nacional. Si Mas no lo consigue deberá replantearse lo sucedido en la noche del 25N: poner su cargo a disposición.

*Toni Bolaño es periodista y analista político