Es un poco exagerado hablar de nuevo cisma en la Iglesia Católica pero la postura que está tomando la comunidad cristiana en apoyo al referéndum independentista del 1 de octubre choca totalmente con la respuesta sosegada y sin apenas mojarse que ha tomado la Conferencia Episcopal Española.

A pocos días de que se celebre, o por lo menos se intente celebrar, el referéndum, obispos, sacerdotes y entidades religiosas catalanas se han manifestado pidiendo “que sean escuchadas las legítimas aspiraciones del pueblo catalán”. Así se han expresado en un manifiesto que suma ya el apoyo de más de 400 sacerdotes catalanes e invitan a “votar en conciencia en ejercicio del derecho fundamental que tiene cualquier persona”. El manifiesto también se lo han hecho llegar al papa Francisco.

Pero también la jerarquía católica en Cataluña se ha posicionado a favor de que se celebre la consulta soberanista y pese a que está suspendido por el Tribunal Constitucional. Pese a que el arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, pidió “seny” (cordura) “para nosotros y para nuestros dirigentes” y no ser “profetas de calamidades" en su homilía en la misa solemne con motivo de la festividad de Nuestra Señora de la Merce, patrona de la capital catalana, el pasado domingo, compañeros suyos no han sido tan comedidos.

Ese mismo día, el obispo de Solsona, Xavier Novell, publicó en la Glosa dominical que se reparte en todas las parroquias de la diócesis, una carta en la que aseguró que “si este próximo domingo hay urnas, yo iré a votar”. Durante los últimos años, este obispo ya había expresado su apoyo explícito a la consulta del 9N y al derecho a la autodeterminación de Cataluña y en las elecciones catalanas de 2015 también se inclinó por las formaciones independentistas exponiendo los mismos argumentos.

La posición de los obispos catalanes de que se escuche a la ciudadanía viene de lejos. Sólo hace falta recordar el comunicado conjunto de todos ellos el pasado mes de mayo, cuando pidieron, “humildemente, que conviene que sean escuchadas las legítimas aspiraciones del pueblo catalán para que sea querida y valorada su singularidad nacional, especialmente su lengua propia y su cultura”.

Entidades religiosas y conventos

Aunque el apoyo al referéndum no se queda sólo dentro de la jerarquía de la Iglesia Católica catalana. La semana pasada una docena de entidades católicas, entre las que se encuentra la Fundación Claret, la Escuela Pía de Cataluña y la Congregación Vedruna, difundieron una carta en la que mostraban su “apoyo a las instituciones catalanas, y el rechazo a las últimas actuaciones del Estado español contra la democracia y el Estado de derecho”.

También los conventos benedictinos y cistercienses, en un histórico comunicado conjunto, han criticado “el uso de la fuerza y la vulneración de los derechos del gobierno y del pueblo catalán”, apoyando las movilizaciones para defender “los derechos legítimos de la libertad de expresión, de la democracia y de la autodeterminación para que todas las voces del pueblo catalán puedan ser escuchadas”.

A gritos por votar

Dentro de la iglesia catalana, el que se ha mostrado más airado para defender el 1-O ha sido el párroco de Calella, Cinto Busquet, el impulsor del manifiesto que han firmado más de 400 sacerdotes. En una entrevista en Más Vale Tarde, con un tono tenso, defendió que “el discurso que hacen en las televisiones españolas me parece que no tiene nada que ver con la realidad catalana. Aquí no hay fractura, aquí no hay tensiones, aquí no hay familias que se dividen”.

Para Busquet, desde los medios, “con este discurso, están imponiéndonos una unidad que no es cristiana ni humana”. Para acabar la entrevista, alzando la voz y ante las palabras de la presentadora, afirmó: “Paz y amor, ¡por favor! El Gobierno español que no nos envíe a los policías”.