Jordi Pujol y su esposa, Marta Ferrusola. Foto: CiU

 

 


El expresidente de la Generalitat Jordi Pujol ha reconocido este viernes que "en los últimos días" él y su familia ha regularizado dinero en el exterior, cuya cifra no ha aclarado, ha dicho, proviene de una herencia de 1980. En una carta, ha asegurado que el dinero lo obtuvo de una herencia que recibió la familia en septiembre de 1980 tras el fallecimiento de su padre, Florenci Pujol i Brugat, y cuyos fondos fueron destinados a su esposa, Marta Ferrusola, y a sus siete hijos.

Pujol señala que, aunque "su conciencia y su cargo le empujaban a rechazar esta herencia", no lo hizo por respeto a la voluntad de destinar estos fondos a su familia, y se disculpa ante quienes se hayan podido sentir defraudados.

“Responsable legal”
El ex presidente de la Generalitat ha subrayado que la muerte de su padre ocurrió casi medio año antes de que él tomase posesión por primera vez y que entonces fue "el responsable legal" de la decisión porque la mayoría de sus hijos eran menores de edad.

Miedo
En su carta, Pujol asegura que su padre quiso dejar ese dinero en el extranjero porque había vivido la experiencia de los años 30 y 40 y "tenía miedo de lo que podía pasar, y más de lo que podía pasar a un político muy comprometido".

Persona misteriosa
Pujol asegura que, tras aceptar la herencia, encargó a otra persona de su máxima confianza, de quien no desvela su identidad, una gestión de la que no quiso saber nada más nunca hasta que sus hijos llegaran a la mayoría de edad. También señala que encargo a esa persona misteriosa que cediese la gestión a uno de sus hijos, sin especificar a cuál de los siete: "Es en este momento que mi error original contaminó directamente a mis siete hijos y mi mujer".

Ninguna amnistía
"Lamentablemente no se encontró nunca el momento adecuado para regularizar esta herencia" durante las tres amnistías fiscales que se han aprobado con distintos gobiernos, señala Pujol, que se achaca toda la culpa.

Expiación
Pujol también se ha mostrado comprometido a comparecer ante las autoridades tributarias o judiciales. "Les pido que sepan distinguir los fallos de una persona --por muy significativa que haya sido--, y que esta declaración sea reparadora en lo que sea posible del mal y de expiación para mí mismo", zanja.