En el mapa universitario español se dibujan hoy dos caminos opuestos. Uno, el de Castilla-La Mancha, donde la universidad pública se concibe como motor de igualdad, conocimiento y cohesión, y cuenta con el respaldo constante del Gobierno regional. Otro, el de Madrid, donde la falta de compromiso político y la apuesta por la educación privada han dejado a sus grandes universidades al borde del colapso financiero.
Entre ambos extremos, la voz del rector de la Universidad de Castilla-La Mancha, Julián Garde, ha resonadopara reivindicar un modelo que funciona: el de Emiliano García-Page, que cree en la universidad pública como garantía de ascenso social y de futuro para todos, frente al abandono deliberado que sufren las instituciones académicas madrileñas bajo el mandato de Isabel Díaz Ayuso.
Garde ha reivindicado que la UCLM se encuentra “muy lejos” de los problemas que atraviesa la Universidad Complutense, precisamente porque la Junta de Comunidades ha apostado por un modelo de estabilidad plurianual, basado en un contrato programa de cinco años, que garantiza recursos y permite planificar con seguridad el futuro del sistema universitario castellano-manchego. Este acuerdo, ha recordado, “se ha ido modificando siempre a mejor”, consolidando la cooperación entre la institución académica y el Gobierno autonómico.
El rector ha explicado que ese contrato permite a la UCLM gestionar con autonomía, cumplir con los incrementos salariales de los empleados públicos y afrontar nuevas inversiones sin sobresaltos presupuestarios. Frente a ello, ha lamentado que en comunidades como Madrid las universidades públicas se vean obligadas a renegociar su presupuesto cada curso, lo que deriva en un permanente estado de incertidumbre.
Dos modelos enfrentados
La diferencia entre ambos modelos es clara. Mientras en Castilla-La Mancha se entiende la universidad pública como un pilar del ascensor social, garante del acceso universal al conocimiento y al progreso, el Gobierno madrileño ha optado por favorecer a las universidades privadas, debilitando la red pública con recortes y retrasos en la financiación.
Esa divergencia de políticas ha tenido efectos palpables. Este año, la UCLM ha podido lanzar una convocatoria propia de proyectos de investigación con siete millones de euros, cifra récord en su historia reciente. En cambio, la Complutense se vio obligada a cancelar una convocatoria de apenas 700.000 euros por falta de liquidez, un síntoma evidente de la asfixia presupuestaria que sufre el sistema madrileño.
Garde ha reconocido que le “duele” la situación de la Complutense y que le preocupa ver cómo otras universidades de la Comunidad de Madrid comienzan también a sufrir dificultades financieras. Un escenario que evidencia que el problema es estructural y responde a una política deliberada de "infrafinanciación" que pone en riesgo la igualdad de oportunidades y la cohesión del sistema universitario español.
La UCLM, una universidad cada vez más atractiva
En contraste, ha señalado que el modelo castellano-manchego, fruto del consenso y la planificación, ha convertido a la UCLM en una universidad atractiva para el talento docente e investigador. De hecho, cada vez que se abren nuevas plazas, llegan candidaturas de profesores procedentes de universidades madrileñas que, ante la precariedad y la falta de futuro en su territorio, buscan estabilidad en Castilla-La Mancha.
Mientras tanto, el contraste con Madrid resulta cada vez más evidente. Dos modelos opuestos, uno que apuesta por la igualdad de oportunidades y la educación pública de calidad, y otro que opta por debilitar lo común para favorecer a unos pocos. Castilla-La Mancha, con la UCLM como referencia, demuestra que el compromiso político y financiero con la universidad pública no solo es posible, sino imprescindible para garantizar un futuro de progreso y cohesión social.