Castilla-La Mancha ha registrado en 2024 un crecimiento del PIB del 3,7 %, situándose por encima de la media nacional del 3,5 %, según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Esta evolución ha colocado a la comunidad entre las regiones con mayor dinamismo económico, consolidando un escenario favorable tanto para la inversión empresarial como para la generación de empleo.
Este avance económico no solo se entiende únicamente como un dato técnico, sino como el reflejo de un modelo de gestión que el Ejecutivo de Emiliano García-Page ha defendido en los últimos años. La estabilidad política, el diálogo social y la seguridad jurídica se han convertido en señas de identidad que diferencian a Castilla-La Mancha frente a territorios donde las tensiones políticas o la falta de acuerdos han frenado la llegada de proyectos estratégicos.
El propio presidente regional ha subrayado que crecer por encima de la media nacional es una señal que genera confianza a las empresas y valida un estilo de trabajo basado en la estabilidad, el acuerdo y la cooperación con los agentes sociales. A este escenario se suma una ubicación estratégica en el centro de la península, que facilita la logística y la distribución para compañías nacionales e internacionales.
El atractivo empresarial de la región se ha visto reforzado por políticas activas de captación de inversiones, con incentivos fiscales y líneas de apoyo que han permitido la implantación de proyectos en sectores tan diversos como la industria agroalimentaria, la logística, las energías renovables o la automoción. Al mismo tiempo, Castilla-La Mancha se ha convertido en una de las comunidades autónomas más dinámicas en generación de empleo estable, impulsando la contratación indefinida y la formación profesional dual vinculada a las necesidades del tejido productivo.
Otro de los motores que ha apuntalado este crecimiento es el turismo, que ha experimentado cifras récord en los últimos años. El patrimonio histórico y cultural, unido a la creciente oferta gastronómica y enoturística, así como a la importante labor de promoción que se hace desde el Gobierno regional, han situado a Castilla-La Mancha como uno de los destinos preferidos para el turismo de interior en España.
Según datos oficiales, tanto 2024 como 2025 ha consolidado una tendencia al alza tanto en visitantes nacionales como internacionales, lo que se traduce en un impacto directo en la economía regional, especialmente en sectores como la hostelería, el comercio y los servicios.
Este equilibrio entre atracción empresarial y dinamismo turístico está permitiendo a Castilla-La Mancha diversificar su economía y hacerla más resistente a los cambios de ciclo económico. La comunidad se posiciona así como una tierra de oportunidades, que aprovecha tanto su localización privilegiada como su clima de estabilidad política para ofrecer un marco idóneo de inversión y desarrollo.
Con estos resultados, Castilla-La Mancha refuerza su papel como referente en crecimiento económico dentro de España, y se consolida como un territorio donde conviven la modernización del tejido productivo, el empuje del turismo y un modelo de gestión que ha sabido convertir la estabilidad en motor de confianza para las empresas.