Como si repitiera un estribillo político que ya nadie escucha, el presidente del PP de Castilla-La Mancha, Paco Núñez, ha vuelto a la carga con su obsesión más recurrente, que no es otra que la de exigir a Emiliano García-Page que dinamite el Gobierno de Pedro Sánchez utilizando a cuatro diputados de los ocho diputados nacionales que el PSOE de Castilla-La Mancha tiene en el Congreso. Esta vez, el pretexto lo ha encontrado en las investigaciones que salpican a Santos Cerdán y José Luis Ábalos.
Lo que propone el líder del PP castellano-manchego, a través de las redes sociales, no solo desafía la lógica institucional, sino que roza abiertamente los márgenes del transfuguismo, una práctica contra la que su propio partido ha firmado compromisos públicos. Todo ello, mientras la dirección de Alberto Núñez Feijóo sigue sin capacidad de articular una moción de censura por sus propios medios, dejando en evidencia una estrategia basada más en el desgaste ajeno que en la construcción de una alternativa real.
Una propuesta que choca con el pacto antitransfuguismo
Lo que Núñez plantea de manera reiterada no es otra cosa que el transfuguismo parlamentario, una práctica explícitamente rechazada por los principales partidos en democracia y que el propio Partido Popular condenó firmando en 2020 un nuevo Pacto Antitransfuguismo, junto al resto de formaciones con representación estatal. En ese acuerdo, se reafirmaba el compromiso de no alentar ni respaldar acciones que alterasen la representación democrática de los electores mediante deserciones individuales.
La apelación de Núñez a que Page "preste" diputados supone, en la práctica, romper la disciplina de voto y la voluntad del electorado que respaldó al PSOE en las urnas en 2023, otorgándole precisamente ese número de representantes. Algo que, además, el propio Núñez jamás aceptaría si se diera el caso inverso, es decir, que cuatro diputados del PP fueran instados a votar contra su partido para tumbar a un Gobierno de su color político.
La sombra de la debilidad de Feijóo planea sobre la estrategia de Núñez
Más allá del debate sobre las formas, la insistencia de Paco Núñez también deja en evidencia la parálisis estratégica de la dirección nacional del PP encabezada por Alberto Núñez Feijóo, incapaz de construir una mayoría parlamentaria alternativa o de encabezar una moción de censura efectiva.
La presión al PSOE castellano-manchego no es nueva, pero cobra un tinte cada vez más desesperado en un contexto en el que la derecha no encuentra fórmula para articular una mayoría, ni siquiera con el apoyo de Vox. La apelación constante a Page y sus diputados parece buscar sustituir con ruido lo que no se puede lograr con votos.
Desde que comenzó la legislatura, Núñez ha convertido el enfrentamiento con Emiliano García-Page en su principal línea de oposición, tanto en Castilla-La Mancha como en clave nacional. Le ha acusado de tibieza frente a Sánchez, de incoherencia y de ser parte del "sanchismo", al mismo tiempo que lo trata como una suerte de aliado potencial para derribar al Gobierno del que forma parte.
Esta contradicción se repite en cada tuit y cada rueda de prensa. Núñez denigra al PSOE regional pero pide su apoyo para que salve al PP nacional. Una estrategia que parece más orientada a generar titulares que a tejer acuerdos reales, y que choca con los principios que su propio partido dice defender.