La intervención del líder del PP de Castilla-La Mancha, Paco Núñez, en los Premios Poco Frecuentes, celebrados en Madrid, ha vuelto a dejar claro que su hoja de ruta sanitaria no es otra que mirar hacia la Comunidad de Madrid como referencia e insistir en un convenio sanitario que, lejos de reforzar el sistema público castellano-manchego, abre la puerta a la externalización y al trasvase de recursos hacia un modelo que la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, ha orientado hacia la privatización.
El presidente del Partido Popular de Castilla-La Mancha ha reivindicado una sanidad “sin fronteras”, apelando a la necesidad de colaboración entre administraciones y defendiendo que “la salud no entiende de límites”. Un mensaje aparentemente positivo que, sin embargo, encubre una realidad bien conocida: la insistencia del PP en copiar el modelo madrileño, un sistema marcado por derivaciones constantes a empresas privadas, reducción de personal sanitario y hospitales cuya gestión quedó en manos de compañías externas bajo los gobiernos del Partido Popular.
Mientras Núñez asegura que nunca lo verán “haciendo trincheras” y reclama abrir “las puertas” entre comunidades autónomas, evita mencionar que Madrid mantiene una política sanitaria que ha sido señalada por profesionales, sindicatos y organizaciones médicas por sus efectos: privatización progresiva, listas de espera cronificadas, urgencias colapsadas y una atención primaria que ha sufrido una de las mayores degradaciones del país.
Es en ese contexto donde Núñez ha vuelto a pedir la puesta en marcha del convenio sanitario entre Castilla-La Mancha y la Comunidad de Madrid, un acuerdo que, según afirma, beneficiaría a los vecinos de Toledo y Guadalajara. Sin embargo, el debate que esquiva el líder del PP es qué implicaría realmente un convenio con un territorio cuya estrategia prioriza derivar pacientes hacia el sector privado mientras debilita la red pública.
Núñez ha defendido que todas las administraciones “tienen la obligación de trabajar pensando en el ciudadano”. Sin embargo, llama la atención que su propuesta se limite a confiar en el modelo madrileño. Precisamente aquel que ha sido objeto de polémica por el cierre de centros de salud, la saturación de urgencias y la falta de profesionales.
Las palabras de Núñez llegan en un momento en el que la sanidad castellano-manchega continúa recuperándose del impacto de los recortes que aplicó el PP durante la época de Cospedal, cuando se cerraron plantas hospitalarias, se paralizaron infraestructuras y se produjeron despidos masivos de profesionales.
Por eso, cada vez que Núñez elogia la sanidad madrileña o reclama convenios con el gobierno de Ayuso, la comparación resulta inevitable: uno de los modelos más privatizados de España frente a un sistema público que ha ido reconstruyéndose tras ser gravemente debilitado precisamente por un gobierno del Partido Popular.