La presencia de simbología franquista y de extrema derecha en las ferias populares de Castilla-La Mancha ha pasado de ser un hecho aislado a convertirse en un síntoma preocupante de normalización y blanqueamiento del fascismo. La última polémica se ha desatado en la localidad conquense de Casasimarro, donde una fotografía tomada en su feria se ha viralizado en redes sociales durante las últimas horas.

En la imagen, compartida en plataformas como X y Facebook, se aprecia un puesto de tirapichón que ofrece como premio bufandas con la cara de Francisco Franco y de Santiago Abascal, líder de Vox. La fotografía ha provocado sorpresa adicional al mostrar, entre ambas, una bufanda con los colores del orgullo gitano, un contraste que ha multiplicado las reacciones y comentarios en internet.

La instantánea ha abierto un intenso debate. Mientras algunos lo califican como una simple "anécdota de feria", otros alertan del peligro de banalizar símbolos y figuras que representan dictadura, represión y odio. No se trata, sin embargo, de un hecho aislado. Hace apenas unos días, la feria de Ciudad Real también se vio salpicada por la denuncia de la venta de objetos con simbología fascista, entre ellos bufandas y artículos con exaltación directa del franquismo.

Incumplimiento de la Ley de Memoria Democrática

Estos episodios reavivan la discusión sobre el cumplimiento de la Ley de Memoria Democrática, que prohíbe expresamente la exhibición y comercialización de símbolos que ensalcen la dictadura de Franco y la sublevación militar de 1936. La pasividad institucional ante estos hechos convierte las ferias, espacios de convivencia y disfrute ciudadano, en escaparates donde el fascismo encuentra un canal de difusión bajo la apariencia de simple mercancía festiva.

El caso de Casasimarro resulta aún más llamativo por la contradicción simbólica: bufandas con la imagen del dictador que ordenó la persecución de minorías y del dirigente de la ultraderecha actual, junto a otra que representa la dignidad de la comunidad gitana, históricamente perseguida por el franquismo. La combinación en un mismo puesto ha sido interpretada por muchos usuarios de redes sociales como una muestra de hasta qué punto se trivializa el pasado y se diluyen las fronteras entre memoria, negocio y espectáculo.

 

 

Mientras tanto, el debate político se enmarca en un contexto donde Vox reivindica abiertamente la figura de Franco como "parte de la historia de España" y el Partido Popular mantiene una calculada ambigüedad sobre la aplicación de la Ley de Memoria. Esta actitud ha favorecido un terreno donde símbolos de odio se exponen en ferias y fiestas sin que los organizadores asuman responsabilidades ni se ejerza un control efectivo.

Blanqueo del fascismo

La viralización de esta fotografía ha servido de altavoz para quienes denuncian que el blanqueo del fascismo avanza también en espacios cotidianos y festivos, lugares donde la sociedad debería celebrar la diversidad cultural y no dar cabida a la exaltación de un régimen que supuso persecución, censura y muerte para miles de españoles.

El hecho de que estos símbolos convivan en puestos de feria con otros propios de la tradición popular manchega demuestra que el peligro de trivializar la dictadura está más presente de lo que algunos quieren reconocer. Y lo que para unos es un simple premio, para otros se convierte en una alerta sobre la necesidad de reforzar la memoria democrática.