La reunión pública entre el presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, y el líder de la oposición, el socialista Salvador Illa, puede que no sea el anuncio formal de nada en concreto, sin embargo, su celebración indica que la sensación de aislamiento de ERC, respecto de los suyos (Junts y la CUP), está tomando cuerpo, especialmente ante la negociación de los presupuestos autonómicos. Por si fuera poco lo que separa a ERC de Junts, aun puede empeorar. La próxima semana, la comisión del estatuto de los diputados tratará el caso de Francesc de Dalmases, uno de los integrantes del círculo de Laura Borràs, señalado por sus presiones a una periodista de TV3.
El grupo de fieles de la presidenta del Parlament, actualmente suspendida del cargo por tener pendiente un juicio por corrupción, ha vivido una semana negra a cuenta del episodio protagonizado por Dalmases hace unos meses. El diputado de confianza de Borràs abroncó a la subdirectora del programa FAQS por una entrevista a la entonces todavía presidenta de la cámara porque, según él, las preguntas no se limitaran a los términos convenidos. A principios de semana, una vez conocido el informe de Junts en el que se confirmaba el incidente tal y como había trascendido desde el primer momento, Dalmases dimitió como vicepresidente del partido, a pesar de la defensa numantina que hizo Borràs de su colaborador.
La cosa no acabó ahí. De repente apareció en Twitter Joana Masdeu, una supuesta periodista parlamentaria que defendía a Dalmases y criticaba a diversos dirigentes de Junts, en especial al ex secretario general, Jordi Sánchez, de haber mantenido conductas parecidas a las que ahora están a punto de acabar con la carrera de la sombra de Borràs. Sánchez dejó en evidencia que se trataba de una cuenta fake y, unas horas más tarde, Nació Digital identificó a la auténtica Joana Masdeu: un colaborador de Borràs. El escándalo fue aumentando de tono al manifestar algunos diputados y diputadas de Junts que las maneras autoritarias de Dalmases ya eran conocidas. La crisis se redondeó al forzar ERC y En Comú Podem la convocatoria de la comisión del estatuto del diputado para tratar el tema.
La comisión está presidida por Jaume Alonso Cuevillas, integrante del círculo de Borràs, y hasta verse forzado a ello se había negado a convocarla. Cuevillas alegaba que no habiéndose aplicada nunca el código de conducta de los diputados no se sabía cómo hacerlo. Tan peregrina justificación no pudo evitar que al pedirlo dos grupos parlamentarios la comisión deba reunirse la próxima semana. De esta reunión difícilmente saldrán buenas noticias para Dalmases y en consecuencia para Borràs, que en este conflicto no puede esperar la solidaridad de una parte de su partido, sino todo lo contrario. Algunos dirigentes territoriales de Junts ya han expresado la conveniencia de que Dalmases dimita como diputado. La distancia de Borràs respeto de sus adversarios en Junts aumentará algo más.
En este escenario de un agravamiento de la crisis interna de Junts son cada vez menores las perspectivas de ERC de sumar una mayoría para aprobar los presupuestos sin contar con el PSC. Los socialistas catalanes siguen con la mano tendida y en estos últimos días se han convertido en los defensores más activos de la modificación del delito de sedición, más que ERC y, por descontado, mucho más que Junts, que están en contra de todo lo que no sea la supresión del delito. La reunión entre Aragonés e Illa, celebrada en el Palau de la Generalitat, es únicamente una señal para Junts, que no puede ignorar la lucecita encendida intencionadamente por Aragonés.
El gesto probablemente tendrá continuidad en los próximos días en la negociación presupuestaria y que permitiría a Aragonés romper con la tradición independentista de marginar al PSC de la ecuación institucional y, de paso, hacerse un lugar en el liderazgo del movimiento con un cambio de estrategia. Hasta ahora, muchos sectores no se lo reconocen. Aprovechando el quinto aniversario de los hechos de octubre de 2017, el director de VilaWeb, el digital de referencia del independentismo más ortodoxo, glosaba las figuras de Puigdemont y Junqueras con los auténticos líderes del independentismo, todavía.