Como diría el otro Marx, estos son mis principios y si no le gustan, tengo otros. El cinismo de Groucho se ha vuelto tan familiar en política que los analistas casi han dejado de reprochar a los líderes su incoherencia y desahogo en la gestión de los principios.

Aunque el tema aparecerá sin duda durante la campaña electoral andaluza, que comienza el 16 de noviembre, hasta ahora ha pasado bastante desapercibido para la opinión pública el giro de 180 grados dado por el Partido Popular a sus principios en materia de gobernabilidad.

Una antigua tentación

Históricamente, su doctrina siempre fue que debía gobernar la lista más votada. Tan firmes eran sus convicciones que, en la legislatura 2011-2015, Mariano Rajoy tuvo sobre su mesa la propuesta de modificar la legislación electoral para que tras las elecciones municipales de 2015 fuera posible materializar el viejo sueño de su partido: que gobernara el candidato de la lista más votada.

Aunque el PP tenía entonces una sólida mayoría parlamentaria y podría haber cambiado en solitario las reglas de juego, finalmente rechazó la fuerte tentación de hacerlo.

La pregunta de Moreno

Sin embargo, no por ello la doctrina de la lista más votada cayó en el olvido. En el argumentario del Partido Popular siguió ocupando un lugar de honor, y no solo en relación a los ayuntamientos, sino también a las comunidades autónomas.

En la campaña electoral de las andaluzas de marzo de 2015, el líder conservador Juanma Moreno repitió machaconamente esta pregunta, dirigida a la presidenta Susana Díaz: “¿Estaría dispuesta a respetar que gobernara la lista más votada?”. Moreno soñaba entonces con que su candidatura fuera la ganadora, aunque luego los resultados estuvieron dramáticamente por debajo de sus expectativas.

Una doctrina inservible

Ahora, la esperanza del PP para desalojar al PSOE de la Junta de Andalucía se llama Ciudadanos, pero los de Pablo Casado son conscientes de que, salvo que todas las encuestas se equivoquen, el Partido Socialista será el más votado. La antigua doctrina ya no sirve.

En realidad, el propio Casado no se la aplicó a sí mismo en las primarias de su partido, cuando Soraya Sáenz de Santamaría le ganó por 1.500 votos en las urnas abiertas a los militantes, pero perdió en el congreso del partido a manos de la alianza de los ‘perdedores’ Casado y María Dolores de Cospedal.

Desde entonces, al PP se le ha escuchado mucho menos hablar de la lista más votada, aunque muy poco antes de su congreso todavía siguiera utilizando la expresión ‘gobierno de perdedores’ para referirse al Ejecutivo de Pedro Sánchez.

Apelación al voto útil

Este martes, el presidente del PP, Pablo Casado, apelaba al voto útil para Juanma Moreno, y tendía la mano a Ciudadanos para un posible apoyo que permitiera "una alternancia real" al PSOE. Recordaba Casado que en el Ayuntamiento de Madrid la expresidenta regional Esperanza Aguirre no fue alcaldesa por los votos que obtuvo Vox; si los votantes de ultraderecha se hubieran decantado por el PP, Aguirre habría obtenido un escaño más en detrimento de Ahora Madrid, informa Europa Press.

En el mismo sentido se pronunciaba el secretario general del PP, Teodoro García Egea, emplazando a Ciudadanos a aclarar si "apoyará a Susana Díaz en caso de que exista alternativa en Andalucía". Por toda respuesta, los naranjas se limitan a hacerse los suecos.

Una de regeneración

La última vez que el PP apeló a la doctrina de la lista más votada fue en la campaña de las legislativas de junio de 2016. "Dejar gobernar a quien gana las elecciones es el principal pilar de la regeneración democrática" y "una norma no escrita que se había respetado siempre a nivel nacional", aunque ahora "estemos acostumbrados a que pacten los que pierden", decía entonces Pablo Casado. No es probable que volvamos a oírselo en la campaña andaluza.