A estas alturas, dijo el profesor jubileta de ciencias políticas, no hay ninguna duda de que, en la más pura tradición comunista, la señora Rodríguez se ha propuesto acabar con la izquierda de la izquierda en Andalucía. Una tarea a la que se aplica con notable pasión y publicidad. Ya no sabemos si somos del Frente Popular de Judea o del Frente Judaico Popular. El éxito está asegurado: en las próximas autonómicas veremos a los diputados de la izquierda de la izquierda subirse en un taxi. Un síndrome de Eróstrato como la Giralda empanada, enfatizó. Lo cual que algunos escondieron el móvil debajo de las mesas para buscar quién coño era Eróstrato según google, práctica frecuente de la nueva intelectualidad.

La concentración (total seis) se debía a un cumpleaños, abundancia de egos de esos que sufren con las críticas y practican intenso onanismo de jalear las propias ocurrencias (copiadas la mayoría)  en las redes sociales. Después de despellejar a Trump como mandan las buenas prácticas socialdemócratas, alguien vino a decir que está teniendo un pesadilla recurrente: la cosa es que llega al médico de pago (ese mundo maravilloso y opaco donde no existen los ivas ni los recibos  ni las tarjetas de crédito ni nada que deje rastro ni nunca se vio a un inspector de Hacienda). Cash y sólo cash dijo el profeta. Total que entra en la consulta para contarle al galeno que tiene miedo de tener miedo al virus y se encuentra que el nota (sorry, es una licencia) es el mismísimo consejero, el tal Aguirre alias demóstenes, que completa su sueldo en la privada. Y se despierta gritando, chapoteando en sudor y lágrimas. Y así, cada noche. Nos reímos mucho pero con desasosiego. Al mejor Poe no se le hubiera ocurrido.

Anguita, molde Anguita, vociferó mi altocargo, cuya inexistente moderación se inmodera sin remedio con los años. Para ser un buen comunista andaluz sólo necesitas dos cosas: ser funcionario y muerte a los sociatas. Ese fanatismo moral garantiza inmunidad para las dudas y oriflama dialéctica.

Sólo hay que ler/oír/ver a esta muchacha para saber que es la dueña de la verdad revelada. Preñada de convicciones insoslayables, avanza sin vacilar hacia la destrucción del feroz enemigo interior, que es la fracción de la fracción de los traidores a la pureza, ponga Iglesias, ponga Errejón, ponga Garzón, ponga Maíllo, siga poniendo y acertará.

Y es que hacerse la guay, jugar a las casitas de la revolución, rozar los volantes de la eternidad en los medios de las derechas que pierden el culo por titularla, tiene riesgo cero para nuestra heroína. Como todos los pobres, como todos los albañiles, como todos los parados, como todos los emigrantes, como todos los jóvenes sin trabajo, como todos los parias, como todas las madres con bajas de cuatro meses por maternidad que  conforman el sofrito de su diarrea anticapitalista, el día que no le apetezca, se canse, se aburra o el infortunio electoral no le acompañe, Teresita dejará de jugar a las casitas de la política y se volverá a su plaza de funcionaria para cobrar los días 29 de cada mes. Y dentro de algunos años se bajará de la nube de internet su cuidado clipping de medios para regodearse en los tiempos en los que era súper chulo ser tan guay y  revolucionaria.

A lo que el profesor jubileta dijo que de acuerdo y yo me decidí por anunciarle (a mi altocargo) que le regalaría las obras completas de Chaves Nogales, cuyo olvido rescatado de 70 años me parece mejor fin que perder las sobremesas con las diatribas de la inveterada manía autodestructiva de estos visionarios comunistas de opereta apesebrados en la administración. Y al salir no llovía y parecía que ganaba Biden.