Nos rendiremos ante Rusia como nos hemos rendido ante Qatar. Algunas selecciones futbolísticas, como la inglesa, pretendieron hacerse los chulos y portar un brazalete arcoíris para avisar de que estaban jugando al fútbol en un país en el que no querían jugar pero sí querían cobrar. Hubiera sido tan fácil como no acudir a la cita de un país que se pasa los derechos humanos por los forros. Pero no, amagaron con lucir un brazalete de colorines hasta que Infantino, el jefe de la Mafia, digo, de la Fifa, bueno, la Mafifa, les dijo que de eso nada, que si querían seguir cobrando sus sueldos de plata (los de oro son los de Infantino y el Jeque), se dejaran de mariconadas. ¿Alguno (perdón: y alguna) dudaba de que esos futbolistas tan solidarios iban a desobedecer las órdenes de alguien que se quedó calvo porque odiaba ser pelirrojo?

Cuánto le gustará al hombre aparentar dignidad, honor, honestidad. ¿He dicho al hombre?, quería decir a la colectividad humana, que es que ya no sé lo que digo. El que se crea lo de la dignidad peor para él, ya se desengañará. Y la que se lo crea, también.

Los futbolistas parecen tipos muy viriles –bueno, C. Ronaldo no– pero en realidad son un poco nenazas –C. Ronaldo también–. ¿No se sabía desde hace años que el mundo árabe hace de su capa un sayo y se pasa por la piedra a quien sea necesario? Nos ponemos a quejarnos ahora, en vez de haber dicho “yo allí no piso ni harto de vino”. Pedro, si estás en contra del atropello qatarí, no mandes al equipo allí (pedazo de pareado). Si tanto te indignas en la Ser, no hables del asunto, Javier (y dale a la rima).

¿Qué se les puede decir a los papanatas de las teles, esos mamarrachos que viven del balón? Nada. Ellos llevan su guerra, como Vladimiro. ¿Y al público general y bienpensante? Coño, que no siga esos partidos corruptos, como si no existieran.

—Joder, es que las mujeres lo veis todo muy fácil.

—Ya, pero algo bueno teníamos que tener las mujeres, además del mantecao.

Si, por el contrario, eres un simple pagafantas, un cantamañanas que acabará como un Biden cualquiera recomendando a Zelenski que tenga cintura para negociar la paz; o como Pedro A’Postura pidiendo a los jueces que no sean tan duros con la ley del “Sí es sí” o echándole la bronca a Marlaska por su despilporrie:

—Ay cómo eres, Fernando, qué cosas tienes.

Entonces, bueno, entonces podremos seguir tranquilamente viendo los partidos de un Mundial corrupto y algo… ¿asqueroso?

Tenemos lo que nos merecemos. Qatar vencerá con miles de muertos en la construcción de estadios a 50 grados porque el dinero siempre vence; las monedas son redondas como los balones. No nos pongamos dignos como los futbolistas ingleses; como ellos, seguramente nos tendremos que tragar nuestro orgullo y alguna cosa más en forma de salami. Aunque pierda la guerra, que no lo creo, Putin también vencerá, porque es un desgraciado, aunque no más que Hitler o que Stalin.

Hoy, Infantino también sabe lo que hace, como lo supo Mussolini en su día o, más acá, cuando “el teniente general Jorge Rafael Videla declara inaugurado el Mundial de Argentina”. No está tan lejos. Y allí no había gays perseguidos, simplemente demócratas apiolados.

En realidad deberíamos ser un poco más generosos y apiadarnos del pobre Infantino. Ahora cobra un millón y medio al año pero se crió como un niño pobre. No es de extrañar que, aunque oriundo de Calabria, resida en el emirato. Coño, donde el Mundial. Bueno, es que se casó con una libanesa hace veinte años, se ve que ya se lo olía. Su gran pasión ha sido el fútbol, lástima que no supiera nunca darle una patada al balón, ni siquiera ahora, a sus 52 años, todo un chaval. Una frustración que sólo ha podido curar el dinero. Su reputación, en citas de los periódicos, lo precede: cretino, sinvergüenza, payaso, corrupto…

Hace cuatro años se fotografió en la Moncloa con Sánchez y le regaló una camiseta con su apellido (el de Perico). Unos meses después, Putin le otorgó la Orden de la Amistad Rusa. Con amigos así ¿quién necesita enemigos?

Y poníamos verde a Asterix, digo, a Platini. Los aficionados al fútbol en el pecado llevan la penitencia. A mí, como no me gusta…