Quienes busquen razones políticas en el adiós de Antonio Maíllo a la política no lo tendrán fácil. Tendrán que buscarlas debajo de las piedras para encontrarlas. Las explicaciones dadas esta mañana por el coordinador regional de IU y portavoz de Adelante Andalucía son sobradamente convincentes y se resumen en una palabra: salud.

Salud y vida buena son incompatibles con la tensión y estrés de la política: “Tras las elecciones y la constitución de los ayuntamientos ha acabado un ciclo político y ya puedo hacer efectiva la decisión que había tomado hace varios meses. No es un problema de salud, tuve un cáncer de estómago que superé y, tres años después, las revisiones van bien y estoy muy contento, pero no me la quiero jugar. Se puede luchar contra el sistema pero no contra la biología”.

Maíllo ya ha tramitado la solicitud para regresar a su plaza de profesor de Latín en el instituto de Enseñanza Secundaria de Aracena: “Estoy como un niño con zapatos nuevos”, ha dicho, para hacer a continuación un llamamiento a la necesidad de “conciliar la política con el buen vivir”, algo que hoy por hoy es imposible en su opinión.

Confluencia de autor

La marcha de Maíllo, que deja sus cargos orgánicos y el escaño en el Parlamento andaluz, abre un cierto periodo de incertidumbre tanto en IU como en Adelante Andalucía, una confluencia ‘de autor’ ya que en gran medida fue posible por su buen entendimiento y sintonía con la líder de Podemos, Teresa Rodríguez.

Esta, a su vez, cumple su segundo mandato como secretaria general de la formación morada: si renunciara a continuar, ello podría desencadenar una crisis en Adelante Andalucía, cuyo formato de inspiración confederal nunca fue del agrado de la dirección nacional de Podemos y también suscitó recelos tanto entre una parte de los inscritos andaluces como en determinados sectores del IU y del Partido Comunista de Andalucía. Los decepcionantes resultados de Adelante Andalucía en las elecciones autonómicas de diciembre pasado habrían alimentado dichos recelos.