“No es hora de juzgar y dejo al tiempo y a los hombres de buena voluntad para que en su día sepan honrar mi nombre, que parece víctima de ignominiosas calumnias”. Estas palabras las escribió Luis Pando a su cuñado, pocos días antes de que le fusilaran por republicano en diciembre de 1936. El juez de Villagarcía de Arousa sabía que era inocente de todo y que en el pueblo muchos le apreciaban por buena persona. Este miércoles, otro juez, Baltasar Garzón, ha acudido a homenajearle y a solicitar junto a la entidad memorialista Iniciativa Ciudadá pola Memoria Histórica, que el Ayuntamiento dedique una calle a Luis Pando, su colega, para que su nombre se recuerde.

De juez a juez en un salto en el tiempo. Poco podía imaginar Luis Pando en aquellas terribles horas previas a su ejecución que 81 años después otro magistrado sufriría un duro proceso por declararse competente para investigar los crímenes del franquismo. Y mucho menos que ese mismo colega sería quien iba a reivindicar que dieran su nombre a una calle en el pueblo en que se casó, vivió feliz con su mujer y sus tres hijas, ejerció su profesión… hasta que fue detenido por republicano.

Juez en Villagarcía

Al juez Luis Pando Rivero le asesinaron el 4 de diciembre de 1936. En realidad era asturiano. Procedía de una familia asturiana propietaria de la empresa El Gaitero. Eran siete hermanos y cuatro fueron, como él, muertos en la guerra. A finales de los años 20 llegó a Santiago de Compostela donde conoció a Pura con quien se casó.

Él era abogado y marcharon los dos a Villagarcía pueblo natal de ella. En 1931 al proclamarse la Republica le nombraron juez, en junio. Cuentan que unos días antes de que tomara posesión la extrema derecha intentó celebrar un mitin contra su nombramiento.

Una familia rota

Dicen los memorialistas allí que la animadversión venía por ser republicano. En el pueblo le mencionaban como buena persona y hombre sin prejuicios. Pero fueron a por él, le detuvieron y le encarcelaron en el penal de la isla de san Simon. El “juicio” se celebró en Pontevedra junto a otros cuatro vecinos de Villa García y no hubo remedio. El 4 de diciembre del 36 les fusilaron en la Caeira, Pontevedra.

Pando tenía tres hijas. La muerte del padre fue un desastre para la familia. Las pequeñas fueron ingresadas en internados y separadas. La madre no podía mantenerlas. Les dejaron sin nada como solía hacer el régimen de Franco que tras el asesinato requisaba los bienes.

Una calle en Villagarcía

Iniciativa Citadana pola Memoria Histórica viene reivindicando la figura del juez. Pide desde hace tiempo que la corporación municipal de su nombre a una calle en la localidad. Este miércoles le harán un homenaje. Han invitado al juez Baltasar Garzón a acompañarles. Tendrán una reunión con nietos de Pando, familiares de otras víctimas y memorialistas.

Luego mostrarán respeto ante el memorial de los 75 vecinos de Villagarcía que como el juez sufrieron una feroz represión, y, más tarde, en el Ayuntamiento, el alcalde y los grupos municipales recibirán al magistrado Garzón que intentó desde el juzgado número 5 de la Audiencia Nacional hacer justicia para los hombres y mujeres que defendieron la República y dejaron la vida en ella.

La voz de Garzón, se une así a las de quienes solicitan que el pleno conceda una calle para recordar a su colega. El juez Pando no lo dudaba aun en momentos tan aciagos: estaba seguro de que, algún día, hombres de buena voluntad acudirían a honrar su nombre.