10 RECOMENDACIONES LITERARIAS

Por José Ángel Barrueco

Maxie Wander: Buenos días, guapa (Errata Naturae)

Maxie Wander publicó este libro en el 77. Pero no pudo disfrutar del éxito posterior: moriría en noviembre de ese año, a los 44, de un cáncer de mama. Buenos días, guapa fue un encargo: un extenso reportaje sobre las mujeres de la República Democrática Alemana. Wander se entrevistó con diecinueve de ellas: amas de casa, camareras, profesoras, estudiantes, doctoras, científicas… En el libro jamás aparecen sus preguntas y sólo leemos lo que ellas contaron, pero es evidente que detrás hay un trabajo de edición y de selección enorme: la autora las dirige, las deja hablar, sonsaca y escoge lo interesante, dibujando así un mosaico de vidas femeninas cuya traducción actual resulta muy oportuna. Fue un volumen importante en aquella época y es muy posible que ahora lo sea más: mujeres emancipadas o en proceso de hacerlo, mujeres luchadoras y siempre en busca de su libertad y de su propio espacio.

Bob Dylan: Tarántula (Malpaso Ediciones)

Tarántula, que llevaba muchos años fuera de catálogo, ha sido recuperado por Malpaso en edición bilingüe, con la misma traducción de Alberto Manzano y un prólogo de Benjamín Prado, quien señala los que tal vez sean los versos más fascinantes del libro de Bob Dylan: Si vas a enviarme algo, / envíame una llave. Encontraré la puerta / que le corresponde / aunque me lleve el resto de mi vida. Esta mezcla de prosas y versos, que en su día se convirtió en pieza codiciada por los cazadores de rarezas, carece de un sentido propio: Dylan enlaza metáforas, ideas sueltas, imágenes alucinantes, sueños y delirios, citas y alusiones literarias y musicales, para entroncar con la poesía más difícil de Ginsberg o de Lautréamont. Es algo así como un Finnegans Wake con menos juegos de palabras y sólo es apto para quienes no tengan miedo de leer algo que rompe con la narrativa tradicional.

Teju Cole: Cada día es del ladrón (Acantilado)

Éste es el primer libro que escribió Teju Cole, luego rescatado gracias al éxito de su premiada y maravillosa Ciudad abierta. Arranca de un viejo proverbio que dice: Cada día es del ladrón, pero un día es para el dueño. El álter ego de Cole es un médico que vive en Nueva York y regresa a su Lagos natal durante unos días. Hace fotos de las personas y de los paisajes y relata sus encuentros con familiares y desconocidos, y poco a poco nos va mostrando una sociedad lastrada por la competencia económica y el capitalismo actual, una sociedad en la que casi todos roban o estafan o engañan o exigen sobornos para poder subsistir. Los ciudadanos ya han aceptado que la encargada de la gasolinera te cobrará de más, que los policías se las arreglarán para que no falte la mordida, que en cada esquina hay que soltar pasta para evitarse problemas. La mirada de Teju Cole es la del hombre desarraigado que se marchó hace años y ya no es capaz de adaptarse al pasado y a la tierra de origen. Es admirable lo mucho que transmite en sólo 140 páginas. Es uno de los autores contemporáneos a los que siempre deberíamos leer.

Gene Kerrigan: Delincuentes de medio pelo (Sajalín Editores)

Gene Kerrigan, de quien en Sajalín Editores ya publicaron otra novela (La furia) hace un par de años, nos ofrece la historia de unos pequeños criminales, unos tipos cuyas ambiciones son más grandes que sus posibilidades, que planean secuestrar a un banquero para pedir rescate por su pellejo. El primer error, cuando irrumpen en la casa, es descubrir que no se trata de un banquero, sino de un abogado. A partir de entonces irán sumando descuidos y malas decisiones mientras la policía (y un viejo jubilado con ansia de venganza) les pisa los talones. Novela negra sobre detectives y ladrones, ambientada en Dublín y alrededores, escrita con un ritmo que jamás decae y con unas relaciones tensas entre los propios secuestradores en la línea de los gángsters de Reservoir Dogs o Tarde de perros: incluso dentro de las bandas hay niveles y grados de maldad y restos de bondad. Uno de los personajes dice: La mitad de los problemas del mundo los causa gente que no conoce sus limitaciones.

 

Por Paloma Fidalgo

Dennis Lehane: Ese mundo desaparecido (Ed. Salamandra)

El autor de Mystic RiverShutter Island o Adiós, pequeña, adiós, llevadas al cine por Clint Eastwood, Martin Scorsese y Ben Affleck respectivamente, cierra con Ese mundo desaparecido una trilogía con más de esas historias familiares suyas que se entremezclan las mafias del crimen, humanizándolas. Un pasado sin compasión que vuelve y atrapa, e inunda de sangre, culpa, fascinación  por el mal y el poder, en este texto perfecto donde el género negro, con su acción trepidante y su análisis del ser humano, brilla en todo su esplendor.

Pedro Mairal: La uruguaya (Ed. Libros del Asteroide)

Pedro Marial suena ya como uno de los autores argentinos más importantes entre los actuales. Esta novela suya, escrita en segunda persona, transcurre en un solo día, y no por ello deja de trastocar la vida entera de quien, en esa jornada, emprende un viaje a Montevideo para resolver una gestión económica y disfrutar de un encuentro sexual, encontrándose no solo con personajes insólitos para él, sino también con dudas sobre las responsabilidades familiares.

Joan Didion: Según venga el juego (Literatura Random House)

Nos encogió el estómago con El año del pensamiento mágico, en el que Joan Didion, autora de culto estadounidense y una de los exponentes del llamado Nuevo Periodismo, expresaba el doble proceso racional y sentimental con el que afrontó el fallecimiento de su marido y la enfermedad terminal de su hija. Ahora, se reedita una de sus primeras novelas. La ficción es un género que Didion ha cultivado en buenas dosis, pero se le ha prestado menos atención que a sus ensayos, y hasta se ha traducido menos al castellano. Escrito hace cuatro décadas, en este libro se nos propone repensar los Estados Unidos de los años sesenta desde la óptica de una actriz frustrada. 

Por Israel Paredes

Philipp Meyer: El valle del óxido (Literatura Random House)

Después de haber conocido a Meyer con El hijo, su primera novela editada en castellano, El valle del óxido, quizá pueda resultar mucho menos ambiciosa, más convencional desde cierto punto de vista. Pero tras aclarar que es su primera novela, se entienden muchas cosas. Como por ejemplo que Meyer no podría haber llegado a escribir una novela como El hijo, de tal complejidad estructural, argumental y de estilo, sin antes no haber escrito una como El valle del óxido, con la que entronca con una cierta corriente literaria norteamericana, como lo hará también con su segunda obra, pero en un sentido casi opuesto, en el que la gran épica desaparece para centrarse en dos jóvenes que viven al norte de Pensilvania, en lo que es el collar del óxido, un espacio que sufre el paro y la despoblación, un lugar en decadencia, en crisis. Meyer, mediante un cambio constante de puntos de vista, nos muestra un mundo sin centro que gravita alrededor de las pulsiones emociónales mientras tan solo un agente de la ley parece ser, con todo lo cuestionable de su pensamiento, el único capaz de mirar a la realidad con cierta claridad. Escrita y narrada con un estilo esencialmente contemporáneo pero mirando de reojo al legado literario norteamericano surgido en la Gran Depresión, El valle del óxido es una notable novela que no llega a las excelencias de El hijo, pero que sirve, en comunión con ésta, para mostrar que en Meyer tenemos un gran narrador.

Jim Dodge: No se desvanece (Alpha Decay)

Not fade away, titulo original de No se desvanece, es el nombre de una canción de Buddy Holly, quien murió el 3 de febrero de 1959, fecha que pasó a conocerse como ‘el día que la música murió’ tras la canción de Don McLean, American Pie,  Junto a Holly viajaban Ritchie Valens y Big Bopper, quizá el menos conocido de los tres y alrededor del cual, más o menos, gira la segunda novela de Jim Dodge, publicada en 1987 y que reedita Alpha Decay después de haber publicado ya Stone Junction. Construida a modo de road novel, seguimos la historia que George Gastin narra a un joven a quien recoge en la carretera. A partir de ahí, un viaje al pasado que es tanto reconstrucción de una época y su espíritu como, en verdad, un correlato sobre, precisamente, la capacidad de la literatura para relatar y asir mediante lo narrado el tiempo pasado y que se ha perdido. O se pierde. Y mientras tanto, un itinerario tan divertido como reflexivo, tan real como absurdo, tan musical como literario. No está a la altura de Stone Junction, ahora bien, supone una lectura absorbente e imaginativa que se mueve por algunos contornos paisajísticos y humanos que nos pueden resultar tan arquetípicos como al mismo tiempo, en manos de Dodge, llenos una vida nueva.

Kevin Birmingham: El libro más peligroso (Es Pop Ediciones)

Puede parecer increíble, pero cuando se publicó, o se intentó publicar, el Ulises de James Joyce, tuvo tal reclamo popular por parte de los lectores que se compraba de estraperlo, ‘pirateados’. La historia, es muy compleja, y apenas se puede resumir en unas pocas líneas. Ni falta que hace. Porque lo mejor es leer el magnífico ensayo de Birmingham, que es tanto relato de un largo y complejo proceso judicial alrededor de la obra de Joyce, como un acercamiento muy particular a la figura del escritor irlandés así como, finalmente, una mirada hacia un momento muy particular en el que, en medio de luchas diversas –feministas, anarquistas- un libro se convirtió tanto en Europa como en Estados Unidos en una obra subversiva, blasfema, verbalmente violenta, escandalosa. Parece increíble, sí, que un libro que hoy en día parece tan complicado de leer, hace cien años, fuese una novela que pasase de mano en mano, que no resultase, en absoluto, al parecer, complicada. Es más, se entendía tan sumamente bien que de ahí vino sus problemas legales. Un tiempo, entonces, en el que un libro podía cambiar algunas cosas, o al menos, sino cambiarlas del todo, sí como poco tambalearlas. El libro más peligroso habla de todo aquello y, además, lo hace con el rigor del ensayo y el ritmo de una ficción que remite a varios géneros literarios.