Ha vuelto a triunfar la posición del PSOE según la cual el partido se autodientifica como: “republicano de corazón, pero monárquico de razón”. Pero sin ninguna duda, la cuestión de la República ha sido uno de los temas más controvertidos en el Congreso.

La famosa enmienda procedía del PSOE-M y de las Juventudes socialistas de Madrid, pero más concretamente, de una pequeña agrupación de barrio, la de Puente de Vallecas. Esta enmienda fue defendida con éxito por las compañeras y compañeros de Madrid en cada uno de los congresos hasta llegar al federal. ¿Pero qué sucedió el sábado por la noche? ¿Cuál es el motivo de que esta enmienda que, por el procedimiento habitual debía llevarse a plenario no llegara? ¿Quiénes negociaron y si estaban legitimados para aceptar una transaccional, siendo los representantes, pero en absoluto soberanos en la toma de decisiones? Todas estas preguntas seguramente jamás serán contestadas, pero lo que sí podemos afirmar es que la famosa enmienda de la República ha triunfado.

Finalmente, el texto político recoge nuestro anhelo republicano. Eso es precisamente lo que queríamos evitar, o por lo menos, el anhelo entendido como melancolía a la Segunda República, a la cual respetamos, pero lógicamente no es nuestro proyecto político. Si a diferencia de la melancolía entendemos el anhelo como lo hacía Ortega y Gasset: “Signo de vacío, un impulso que lleva a buscar algo y cuando lo encuentra se detiene. Este vacío nada lo calma y solo por el hecho de anhelar el hombre se dispararía a hacer historia”. Si es así, entonces sí.

Anhelamos la república porque como decía la enmienda es el proyecto político que en España puede unir a las diferentes fuerzas progresistas para alcanzar un acuerdo de mínimos como alternativa política. Que en consecuencia, permita canalizar todas las reivindicaciones sociales, generacionales, territoriales etc, que la sociedad española demanda. Es una posición política que responde la falta de proyecto común de la izquierda en este país, la superación de la política de parches e introducir una reforma que entienda la república desde la razón. Por supuesto que incluye un referéndum para elegir la forma de estado, pero no es condición necesaria. La república como decía Montesquieu se puede dar en forma de Monarquía, lo importante es que exista una igualdad ciudadana y el compromiso por la defensa de la res publica, la cosa pública.

El proyecto de Pedro Sanchez se ha manifestado hasta ahora como un proyecto republicano. Cuando se apelaba a la militancia a tomar decisiones, sin la tutela de los cargos orgánicos de poder, era una reivindicación netamente republicana. Por eso, simplemente era normalizar formalmente y expresar como proyecto de país la revolución que se había producido en el PSOE. Por eso mismo nuestra enmienda no se ha votado, pero nuestra enmienda ha ganado.

Sin embargo, esperamos que nuestros nuevos dirigentes no se olviden del pacto contractual alcanzado por la militancia, que permita autodesarrollar a los militantes en el acceso de condiciones de posibilidad y la autodeterminación como no dominación, en referencia a poder determinar nuestras propias acciones, dentro de unos parámetros razonables. Estas son las lógicas republicanas que defendía la enmienda por eso se nos haría incomprensible cualquier tipo de maniobra política para evitar una votación legítima en el momento y el lugar indicados, y mucho menos que los representantes llegaran a mercadear con la voluntad de los representados. Los dirigentes democráticamente elegidos no deben olvidarse de su compromiso democrático con la militancia, para ello nuestro deber ciudadano es ser militantes vigilantes para que este modelo republicano continúe vigente.