José Luis Requero es un magistrado del Supremo de corte ultramontano. Una de sus hazañas más relevantes fue la de preparar el terreno, mediante alguna denuncia ante el Consejo General del Poder Judicial, para minar el prestigio de Baltasar Garzón. Éste levantaría el velo sobre las trampas generalizadas que acompañaban la financiación del PP. Mientras, Mariano Rajoy Brey miraba a sus amigos con buena cara, y él, se escabullía, como siempre.

 Ahora, el tal Requero ha dicho en su periódico habitual, La Razón, sin Razón, lo siguiente: “Siempre me ha sorprendido esa fijación con Dios, la Iglesia o el Papa que tienen los ateos, descreídos o presuntos indiferentes”.

Tuvo la osadía de pedir a Juan Carlos I que no sancionara la ley de Rodríguez Zapatero del matrimonio homosexual

Hete aquí, una reacción singular, más bien propia de la Inquisición que no de su militancia religiosa, desde la que cabría aplaudir esa fijación aunque la tengan ateos y descreídos. Acaso, ese magistrado (¡ojo!) es más papista que el Papa Francisco.

En su momento, ya tuvo la osadía de pedir a Juan Carlos I que no sancionara la ley de Rodríguez Zapatero que autoriza el matrimonio homosexual. En la Zarzuela se apresuraron a subrayar que el Rey no puede negarse a suscribir ninguna Ley aprobada por las Cámaras.

Y por si quedaba alguna duda, un buen día proclamó que, si su hijo fuera homosexual, “yo jamás iría a su boda”.  He aquí, en carne y hueso, un magistrado de la Sala Tercera del Tribunal Supremo. ¡Que Dios nos coja confesados, o no!