El futuro del Banco Popular no se decidió de manera sorpresiva en la mañana del miércoles, que es cuando el común de los mortales se enteró. Ni siquiera el epicentro de la negociación estuvo en la ciudad financiera del Banco Santander en Boadilla del Monte. Fue a 6.000 kilómetros de distancia, en un hotel de Virginia (EEUU), y mientras media España miraba a las pantallas de televisión, el sábado, pendientes del desenlace de la final de la Champions League entre el Real Madrid y la Juventus. La decisión fue tomada en el secreto Club Bilderberg, donde los más poderosos del mundo se reúnen.

En la 60º reunión del Club Bilderberg no sólo estaba Albert Rivera, que se estrenaba entre la élite, sino que también acudió Ana Patricia Botín, que sustituyó a Juan Luis Cebrián, presidente de Prisa, en el Steering Commitee de Bildeberg, que se encarga de las invitaciones. Y, curiosamente, Luis de Guindos acudió al foro en el último momento, aunque en un principio no había sido invitado.

A su vuelta a España, Ana Botín ya tenía claro que iba a comprarse el Banco Popular y que tendría que preparar 7.000 millones de euros para conseguir una digestión tranquila. Antes había rechazado hacer una oferta por el banco del Opus Dei, pero volvió de Estados Unidos convencida, pese a que, sin que nadie le preguntara, aseguró que no había recibido presiones del Gobierno.

Sin embargo, De Guindos ha encabezado los contactos del Gobierno para conseguir la compra del Banco Popular, aunque fracasó en sus sondeos a Bankia. Pero fue en Bilderberg donde quedó claro que nadie pensaba comprar el Popular, que no se harían más ampliaciones de capital y que la única alternativa era acudir al rescate por la vía del Mecanismo Único de Resolución.

Cristina Martín Jiménez lo explica en El Español: “El brexit, la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, los desacuerdos entre los socios occidentales y los últimos atentados en Gran Bretaña eran los temas a tratar, pero en los pasillos todo el mundo preguntaba a los invitados españoles qué estaba pasando con el Popular”.

Aunque la compra quedó cerrada en Virginia, lo que no esperaba es que todo fuese tan precipitado y que 24 horas después tendría que arremangarse y comprar el Banco Popular por un euro y buscar y preparar una ampliación de 7.000 millones de euros cubrir los activos tóxicos del Popular.

Botín ya había aclarado que su única opción era el rescate, porque su interés por el Banco Popular era inexistente. “Hace un mes vimos los libros del Popular y no llegamos a realizar ninguna oferta porque no nos salían las cuentas”, explicó ayer la presidenta del Santander en rueda de prensa.