9 de la mañana del 14 de noviembre de 2016. Estudios de Tele 5. ‘Programa de Ana Rosa’. Ese sitio, ese día y esa hora han sido los elegidos por Susana Díaz para descargar el disparo de salida de su carrera oficiosa hacia la Secretaría General del PSOE. Tres horas después, la presidenta andaluza se sentaba en el plató de La Sexta para una nueva entrevista que venía a ser la segunda etapa en una misma mañana de un ‘tour’ político que será largo aunque, de hecho, no haya comenzado todavía oficialmente.

En ambos programas los periodistas le preguntaron una y otra vez aquello que Díaz, una y otra vez, se negó a contestar: si se postulaba como candidata a las primarias de su partido. En ningún momento dijo que no se presentaría: simplemente dijo que el congreso todavía no estaba convocado y que cuando llegara el momento, ya decidiría. Hasta los periodistas entendimos que, aunque sin decirlo, estaba diciendo que sí, que concurrirá a esas primarias. Las dos entrevistas eran en cierto sentido un claro síntoma de ello. Susana Díaz no está sopesando su decisión de presentarse; lo único que está sopesando son sus tiempos. Y esos tiempos los decidirá la gestora… de acuerdo con la propia Díaz.

Artimética y politica

Esta vez, la presidenta andaluza no cometió ningún error en asuntos tan delicados como Pedro Sánchez o el PSC: no salió de su boca un solo reproche al ex secretario general y, aunque fue severa, no mostró acritud alguna con el PSC. Tal vez la dirigente andaluza ha comprendido que su verdadero obstáculo para llegar a la Secretaría General no es Pedro Sánchez, sino el PSC: la tentación de dejar a la militancia catalana fuera de las primarias es muy poderosa, pero en ese caso la de Díaz sería una victoria de algún modo a medias, una victoria cien por cien aritmética pero no cien por cien política.

Sea como fuere, lo decisivo en la tensa controversia con el PSC no es en qué términos exactos se resuelva, sino que las dos partes estén de acuerdo en los términos –si no exactos sí al menos aproximados– en que se resuelva: la única victoria verdadera en la batalla PSC-PSOE es que no haya vencedores ni vencidos. Solo en ese escenario –en ese y en ningún otro– podría Susana Díaz conquistar las simpatías de buena parte de la militancia catalana y recomponer los maltrechos puentes que todavía conectan a los socialistas de ambas orillas del Ebro.

Adiós, abstención; hola, Presupuestos

Llamativo –y altamente sintomático– ha sido también de ambas entrevistas televisivas el hecho de que hayan desaparecido las preguntas, tan embarazosas para Díaz, sobre la abstención del PSOE en la investidura de Rajoy. Paradójicamente, la abstención estuvo devorando al PSOE… cuando todavía no se había producido; una vez que se hizo efectiva, ha desaparecido de la escena política, primer paso para que acabe desapareciendo también de la escena orgánica.

A Susana Díaz o a Javier Fernández, lo que los periodistas les preguntan mucho ahora es qué hará su partido en la votación de Presupuestos, pero tanto las preguntas –sean las que fueren– como las respuestas –sean las que fueren– han dejado de tener dramatismo. Ser interpelado sobre la abstención era dramático para el PSOE; ser interpelado por los Presupuestos es simplemente normal. Hacía mucho tiempo que el PSOE no saboreaba esa deliciosa golosina llamada normalidad.