Recopilemos, para quienes no conozcan a William T. Vollmann. En castellano se han publicado las siguientes obras: los libros de cuentos Trece relatos y trece epitafios e Historias del arcoíris (y ya se anuncia El Atlas en los planes futuros de Pálido Fuego), el ensayo Los pobres, las novelas Historias del mariposa, Para Gloria, Europa Central y la que hoy nos ocupa, La familia real: un novelón de 1.050 páginas sobre el mundo de la prostitución, el descenso a los infiernos urbanos, las adicciones y el amor imposible o truncado por la muerte. En todos estos libros Vollmann demuestra que es el escritor total, capaz de meterse en cualquier fregado y viajar a cualquier país y poner su vida en riesgo en beneficio del material literario.

The Royal Family, título original del libro, comienza con la investigación de un detective privado, Henry Tyler, al que un hombre encarga que encuentre a la Reina de las Putas, una mujer que, en las calles de San Francisco, ayuda a otras prostitutas: las defiende, las acoge, las ampara y les pide un porcentaje por su protección. La Reina actúa, verdaderamente, como la figura principal de una colonia de hormigas o de abejas: ella siempre espera en su guarida, las obreras salen a ganarse el jornal y regresan para darle su parte, el zángano (Justin, un machaca) se ocupa de vigilar y de espantar a los inoportunos y a los locos aunque sea mediante el ejercicio de su violencia, etcétera.

La novela comienza a la manera de una de esas antiguas historias pulp de detectives, pero pronto descubrimos que también es un relato de amor: Tyler se ha enamorado de su cuñada, la mujer de su hermano John (uno de los personajes más crueles del libro), pero su cuñada se suicida y Tyler se encuentra perdido, sin rumbo, tratando de encontrar su fantasma o su eco o lo que sea. Henry acabará conviviendo con las prostitutas al rendirle pleitesía a La Reina, y también al enamorarse de ella como método para sustituir un amor por otro o quizá para completar el primero con el recurso del segundo. De manera que Henry Tyler se mueve por la ciudad enamorado de una mujer muerta (su cuñada Irene) y de una mujer viva (La Reina), en plan Vértigo de Alfred Hitchcock, y se relaciona con gente que sobrevive como puede, o que tiene el alma hecha pedazos, o que está enganchada a una o a varias drogas, o que no conoce otra vida que la que depara un sufrimiento continuo.

La familia real, en todas esas páginas, oscila entre la novela de amor doloroso y perturbador y el retrato de los mundos marginales, que Vollmann conoce bien porque se involucró en estos ambientes e investigó para sus textos periodísticos y también para sus textos narrativos. Pero hay muchos más personajes circulando por el libro: algunos de ellos provocan nuestra repugnancia o nuestra indefensión o nuestro odio; por otros, en cambio, sentimos piedad o cariño. Poco a poco, se desvela que el hombre que le encargó a Tyler la búsqueda de aquella mujer quiere encontrarla para que encabece su Circo Femenino, una especie de lupanar que se abrirá en Las Vegas y donde se supone que todo es virtual, anticipándose así el autor a los tiempos de internet, de las relaciones virtuales y de los mundos digitales del sexo (el libro se publicó en el año 2000).

Cuando parece que la novela ya ha establecido sus cauces, sus directrices, entonces Vollmann nos sorprende introduciendo breves ensayos sobre las fianzas o sobre el mercado bursátil, o inserta capítulos de prosa densa que nos remiten un poco a Don DeLillo (véase el libro o capítulo titulado "La casa de sus sueños", donde nos desvela los orígenes de uno de los personajes más despreciables de su obra) hasta llegar a la sorpresa de las últimas páginas, donde todo lo anterior desaparece y nos adentramos en una especie de novela sobre hobos o vagabundos que toman trenes, a la manera de Jack London y de Jack Kerouac (algo que también el autor hizo y experimentó: hacerse pasar por vagabundo para saber cómo es la vida de quienes recorren el país viajando de gorra en los trenes).

La inclusión o aparición del propio escritor, como alguien que observa el entorno para devolverlo convertido en un ejercicio de ficción basada en lo real, es una de las grandes sorpresas del libro, con apuntes de esta índole: Strawberry, quien ni siquiera existe –la he inventado a partir de tres mujeres tristes que conozco– […]. O ésta otra: […] y ahora escribo no como novelista sino como testigo.

En The Royal Family, fresco épico de lo marginal, Vollmann incluye diversos vínculos con las religiones (la novela está plagada de citas de Buda, de La Biblia, de las Escrituras Gnósticas, del Libro del Mormón…), pero su historia también podría vincularse con la de La Divina Comedia: Dante buscando a Beatriz incluso en los infiernos. Novela plagada de pequeñas novelas, La familia real es uno de los libros más potentes de William T. Vollmann, un hombre que toma de la mano al lector y lo arrastra con él hacia regiones incómodas, y lo empuja a sentir incluso el olor y el barro, la inmundicia y la fantasmagoría del mundo en el que vivimos, esas periferias de miseria y de violencia que a veces no vemos porque estamos instalados cómodamente en nuestras casas, ajenos al dolor de quienes sufren en otros niveles urbanos, malditos y excluidos de la superficie.