Resistir es ganar, sostenía el medico Juan Negrín, último presidente de la II República. Aunque lo intentó con todo su coraje, no le funcionó su firme resistencia frente a la  coalición de Franco, Hitler, Mussolini y Salazar.

Conocidas, pues, las circunstancias actuales, que nada tienen que ver con la teoría del mencionado médico/presidente sobre la  conveniencia de aguantar los chaparrones, a veces, quienes parecen, no están hundidos. Esto es lo que sucede. Lo diga quien lo diga.

Pedro Sánchez, líder del PSOE desde hace un par de años, acechado  por unos y otros, viene demostrando con acierto, que la resistencia no es en absoluto inútil.  El trabajo bien hecho debiera ser siempre necesario, cuando se adecúa a la realidad.

El trabajo de Sánchez y de su número dos, César Luena, ha sido más bien loable. El líder ha procurado ir a todas partes. Y lo ha  hecho contra viento y marea. Ha cometido errores como cualquier ser humano. Pero, le han disparado desde una serie considerable de  medios de comunicación, en manos contrarias al PSOE. Y, en el interior del convento, no pocos han puesto a parir a Sánchez.

La vieja guardia, con Felipe González el primero, y también incluso con Rodriguez Zapatero, consideraron que debían echar una manita a Sánchez, lo que también ayudaría a salvar de ese modo al llamado Partido Popular.

¿Pero qué ha sido, y sigue siendo, de hecho, el PP? ¿Es un Partido en el que se amontona la corrupción? ¿Pretende tratarnos, Don Mariano, como imbéciles? ¿Se cree que nos vamos a tragar  el salto extraordinario de la exalcaldesa de Valencia saliendo a toda velocidad para, de pronto, guarecerse en el chollo blindado del Senado?

Mientras tanto, el señor Rajoy Brey sólo es capaz, según va subrayando urbi et orbe, de ofrecerle a Rivera todo lo que quiera, a cambio de, como dice un refrán de origen catalán, un loro, un moro, un mico y un Señor de Puerto Rico. Y a vivir que son dos días.