Tarde, mal y con medias verdades, así ha gestionado la dirección de la Guardia Civil el caso del sargento destinado en Murcia que presuntamente acosó laboral y sexualmente durante cuatro años a una subordinada, haciéndole la vida imposible con sus turnos, violándola y obligándola a abortar.

Reacción ante "notable desprestigio de la institución"
Después de que la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) hiciera público el caso este verano, anunciando que que el Juzgado Militar había tomado cartas en el asunto, la Dirección General del Instituto Armado se decidió por fin a suspender cautelarmente de sus funciones al sargento y apartándole de su destino. En un comunicado negaban tardanza y justificaban que suspendieron al sargento cuando les llegó la comunicación oficial del procesamiento, aunque admitían que actuaban movidos además de por la "afectación individual de la víctima" por el "notable desprestigio de la Institución" que se estaba generando.

La víctima de los abusos es una guardia civil de mediana edad y con un niño a su cargo que ahora está de baja piscológica, una situación que según ha podido saber ELPLURAL.COM, paradójicamente también ha solicitado ahora su presunto acosador. Para más escarnio y alarma social, la agente trabajaba en asuntos relacionados con la lucha contra la violencia de género.

Violaciones, abortos e investigaciones ignoradas
Los dos agentes compartían destino en Molina del Segura e iniciaron una relación consentida durante unos pocos meses, pero los problemas empezaron para ella al decidir cortar con la relación. Entonces, según los hechos relatados en el auto de procesamiento, se inició un acoso que incluyó hasta 50 llamadas al día y múltiples mensajes, con episodios como una violación -la primera de muchas- en el propio domicilio de la víctima, obligarla a hacerle una felación en un descampado o amenazarla para que abortara: 
"Saca eso de ahí, no me vas a joder la vida". El sargento está acusado de los delitos de abuso de autoridad con modalidad de trato inhumano, abusos sexuales continuados, lesiones psíquicas graves y trato degradante, lo que podría traducirse en hasta 15 años de prisión

En 2013 una teniente denunció lo que estaba ocurriendo y la investigación interna quedó en nada, pero la situación de acoso de la compañera ya era, como explican Fuentes internas de la Guardia Civil en Murcia a ELPLURAL.COM, 'vox populi' dentro del Cuerpo con la consiguiente sensación de impunidad que indignó y desmoralizó a muchos agentes. Al final, a pesar del temor dentro de un Cuerpo tan jerarquizado y con el acosador tan próximo, fue la denuncia de la propia víctima la que supuso un punto de inflexión a la hora de tomar medidas.  que hasta el día antes de la suspensión "tuvimos que contender con el sargento como si ni pasara nada cuando el asunto se había denunciado desde el primer momento, hasta once compañeros testificaron sobre lo que estaba pasando". Las pruebas son contundentes contra el sargento porque "usó medios oficiales para mandar sus mensajes de acoso, está todo registrado".


"Que sepas que me lo voy a cargar"
Además, no se trató de un acoso aislado, ya que también habría intentado controlar el entorno de la víctima hostigando a otros compañeros: "Era celoso y acosó a otro compañero de la víctima por el temor de que fuera su amante. Escribió a la acosada 'que sepas que me voy a cargar' a ese agente, con el que se había cruzado denuncias, y meses después ese compañero se suicidó ahorcándose". Entre los agentes existe malestar por cómo pudo llegar tan lejos esta situación: "La medida de apartarle se podía haber tomado hace años". ¿Se depurarán responsabilidades entre los mandos por cómo se cerraron en falso las investigaciones internas sobre el proceder del sargento?