Algunos recordarán la peonza que incluían los “Juegos Reunidos Geyper”. En cada uno de sus lados había una inscripción que, según del lado en que cayera, obligaba a poner o quitar fichas por parte de los jugadores. Una de ellas decía “Todos ponen”. Pues bien, Artur Mas y su insensato y egocéntrico proceso se ha llevado por delante al conjunto de las formaciones políticas en Cataluña y todas han tenido que poner. Ni un solo partido no se ha visto afectado, para mal, por la crispación a la que Mas ha sometido a la vida pública en los últimos cinco años.

A todos les toca

El sucesor de Mas, Carles Puigdemont, se ha mantenido, más o menos, en una línea verbalmente más contenida, pero la sombra del proceso continúa afectando negativamente a partidos y coaliciones, especialmente a los que han sido los ejes alrededor de los cuales pivotaba la política diaria. Convergencia, la primera. Sacudida por el caso de Jordi Pujol y su confesión acerca de tener dinero en el extranjero, además de las presuntas implicaciones de su familia en operaciones de tráfico de influencias y blanqueo de capitales, pasando por el caso Palau o por el 3% en cobro de supuestas comisiones al partido por parte de contratistas con la Generalitat, el partido nacionalista busca a la desesperada lavar su imagen.

Rompieron con Unió Democràtica, deshaciendo la coalición que había gobernado más de 30 años en Cataluña, llevándosela por delante al partido e incluso al mismo Josep Antoni Durán Lleida. Y ahora, en CDC parecen dispuestos a dinamitarse ellos mismos en un congreso que pretende ser de refundación y que no pocos militantes ven como un simple cambio cosmético. Germà Gordó, impulsor de Nueva Convergencia, se perfila como alternativa a lo que ha sido el aparato controlado por Mas y sus hombres: Rull, Homs, Turull y Colominas.

Los pésimos resultados electorales – Mas no ha dejado de perder votos elección tras elección desde que empezó el proceso – y la falta de aliento en las bases soberanistas son escollos muy difíciles de salvar. Gordó, que se opone a que la nueva CDC sea independentista a palo seco, quiere plantar batalla. De hecho, desde las pasadas autonómicas de diciembre del 2015 y el pacto in extremis con las CUP, en Convergencia se están repartiendo, con perdón, hostias como panes. Eso sí, en privado y con esa elegancia tan propia de la burguesía catalana. Han pulverizado el centro derecha catalanista secular en Cataluña para abandonar a su electorado en manos de vete a saber quién o en el de la abstención. Un precio carísimo que también han pagado otros partidos.

La izquierda y el proceso

No tienen mejor fortuna ni el PSC ni Iniciativa. La segunda ha visto como los podemitas se la han comido con pan y tomate y su líder histórico Joan Herrera ha abandonado la actividad pública, dimitiendo de todas sus responsabilidades. El haberse sumado a la excursión de la consulta independentista no les dio ningún rédito, al contrario, y hoy viven el miedo a ser fagocitados por una Ada Colau cada vez más crecida en sus ambiciones personales.

El caso del socialismo catalán es otro. El PSC ha sido prácticamente barrido del cinturón de Barcelona y de la misma capital catalana. En esta larga travesía del desierto, aparte de perder ciudades donde desde siempre los socialistas habían gobernado, han caído numerosos dirigentes, empezando por Pere Navarro, ex primer secretario, víctima de una ambigüedad mal calculada, o la propia Carme Chacón, que pasó de ser la gran esperanza blanca del socialismo catalán a no obtener apoyos para ninguna de sus aspiraciones.

El congreso que el PSC tiene a las puertas es mucho más que uno de los que las escaletas de votación y quién va a llevar la Secretaría de municipal son lo más importante. Aquí se juegan las habichuelas ideológicas de lo que puede ser la socialdemocracia en el Principado en los próximos años. Nuria Parlón, alcaldesa de Santa Coloma, partidaria del referéndum independentista ¿se destapará y apostará fuerte como representante del sector nacionalista en el PSC? Es dudoso, máxime viendo como acabaron en el partido otros predecesores suyos como Ernest Maragall, Joan Ignaci Elena, Marina Geli o Joaquim Nadal. Lo que se venía en llamar el sector obiolista-maragallista, vamos.

Estos debates, la verdad, nada aportan al electorado que votó PSC porque estaban Felipe y Alfonso, no se olvide esto. Los socialistas catalanes han de dejar de jugar a federalismo, federalismo asimétrico, estado confederal, singularidad o cualesquiera otra jaimitada. La cosa está en decir si España sí o España no. Una España con una constitución reformada, con una financiación mejor para las autonomías pero, ojo, no para gastarla en chorradas sino para invertir en servicios a las personas, en fin, el socialismo de Brandt.

Miquel Iceta, que no es tonto, quizás debería releer algunos documentos del partido socialista austríaco o alemán o francés de hace 30 años. Los mismos que le vi leer y admirar en su día. Igual ahí encuentra una solución. Él puede hacerlo; los convergentes y los de Iniciativa, no, porque ni son socialdemócratas ni pretenden serlo.