No había amanecido en el primer día de este 2016 y, lamentablemente, Madrid ya registraba su primera agresión homófoba del año. Un joven tuvo que soportar como un grupo de personas le seguían, le gritaban “maricón de mierda” y, finalmente, la emprendían a golpes contra él. ¿Su supuesto delito? Ser un chico gay que volvía tranquilamente de fiesta.

Esta agresión, no fue más que la primera de una larga lista en la que sus víctimas han sido personas del colectivo LGTBI de todas las edades. Hasta este martes 28 de junio, Día Internacional del Orgullo Gay, la cifra se ha ido incrementando hasta llegar a los 105 ataques registrados por Arcópolis, la Asociación LGTB+H de la Comunidad de Madrid, pero también de la Universidad Complutense y Politécnica.

Y la cifra podría ser mucho mayor, pues son muchos los que todavía, aun siendo las víctimas, no se atreven a denunciar o creen que su queja no va a ser contestada por las autoridades.

Ya lo denunció, el coordinador de Arcópolis, Yago Blando, en ELPLURAL.COM y siguen pensando lo mismo, que “no se está trabajando bien el problema de cara a que la gente denuncie” y la solución pasa tanto por demostrar que esa es la única salida tras haber sufrido un delito de odio y por una mayor preparación de los agentes de la Policía.

Una realidad positiva dentro de las agresiones

Pese a que es muy probable que en los próximos días se produzcan más ataques, pues no es un problema que se pueda borrar de la noche a la mañana sino con educación y concienciación activa, Blando cree que podemos encontrar una realidad positiva entre tanta violencia.

“No es que haya más homófobos en Madrid, es que es una ciudad más libre y donde las personas LGTBI somos más visibles”, ha explicado a ELPLURAL.COM. Por ello, al haber más visibilidad, “hay más probabilidades de que una persona homófoba identifique como gay o lesbiana a otra”. Cuando esto ocurre, el agresor “es alguien que se enfrenta a la realidad de diversidad de sexualidad y género y reacciona violentamente”.

Según explica, que las agresiones se multipliquen no significa que la ciudad sea cada vez más intransigente, sino que las parejas LGTBI ya no se esconden para ir juntas de la mano por la calle o para besarse en público. Es su libertad lo que acciona el odio del homófobo, una persona que siempre lo ha sido pero que no ha tenido que hacer frente y asumir, al permanecer en el armario, que existen otras formas de amar.

En aumento desde 2014 y con un agresor tipo

El tema de las agresiones homófobas no es nada nuevo. Desde 2014, esta tendencia al alza se ha mantenido

Si acudimos a los datos del Ministerio del Interior, teniendo en cuenta que sólo contabiliza los delitos de odio denunciados, 23 personas fueron agredidas durante 2014; en 2015, la cifra subió hasta 60. En lo que llevamos de año, sólo seis meses, ya se han denunciado 105 delitos de odio.

Pero no es la única contante. Desde Arcópolis definen a los agresores como chicos jóvenes y españoles que pueden pertenecer a cualquier clase social y que, sin más razones, se encuentran o bien con una persona LGTBI o con una pareja del colectivo.

Además, la mayor parte de los ataques no se han producido en Chueca, el barrio de ambiente de la capital; sino en las calles aledañas y en otras zonas del centro de la ciudad.

Falta de medidas reales

Tras analizar todos estos factores ¿qué se puede hacer para que estas 105 agresiones no se vuelvan a producir? Bando lo tiene claro: abrir de una vez “este melón” sin pensar o poner por delante las consecuencias e ideales políticos.

Es cierto que en los últimos años se han tomado medidas políticas y sociales, pero para las asociaciones y entidades LGTBI no son más que “indicios. Gestos y aprobaciones de medidas que no se han llegado a poner en marcha”.

“Puede que se empiece a trabajar cuando pase el verano, porque tristemente durante el verano todo está muerto. Esperemos que en septiembre se empiece a trabajar de verdad”, ha lamentado Blando que, además, hace otra crítica a las autoridades.

Les acusa de haber presentado medidas políticas y sociales sin hablar antes con las organizaciones LGTBI que, “al final somos los que sabemos qué hay que hacer”. Así, las acciones no son efectivas porque, tal y como lamenta, “hacen lo que creen que hay que hacer y no lo que se necesita”. “Los que estamos con las víctimas somos nosotros”.

Pese a ello, no quieren hablar de desamparo. Eso sí, creen que este largo periodo electoral de seis meses (desde el 20D hasta hoy) se ha convertido en un “standby” en el que nadie se pone manos a la obra.

De momento “hay muchas puertas abiertas”, es verdad; pero también que queda “todo el trabajo por hacer” para que cuando vuelva a celebrarse, el año que viene, el Día Internacional del Orgullo LGTBI, se pueda decir que no hay agresiones por delitos de odio. Si no se avanza, advierte Arcópolis, la gente volverá al armario y, eso, es inaceptable.