Equipo que compone la startup Infantium



La educación no ha sufrido cambios en siglos. Los informes internacionales ponen de manifiesto datos muy preocupantes en la mayoría de países. Entonces, si se introducen cambios en la educación, podrían obtenerse mejores resultados. Esta simple correlación de ideas podría ser el inicio de Infantium, un proyecto de dos jóvenes españoles que ha sido galardonado por el MIT y que acaba de ser seleccionado por la Universidad de Google.

La startup Infantium trabaja con tecnología congnitiva, big data e inteligencia artificial, tres pilares de un proyecto que, a grandes rasgos, persigue que nadie se quede fuera del sistema porque “no sirve para las matemáticas”, o la filosofía, o la lengua, o… Todo es cuestión de que los alumnos encuentren el itinerario adecuado y para ello las neurociencias son fundamentales. Ahora se centra en el grupo de 0 a 7 años, pero el objetivo de Infantium es ampliar su método a más edades. Karen Márquez es su cofundadora.

En primer lugar, una pregunta que es obvia, pero obligada ¿Qué es Infantium?
A nosotros nos gusta definirlo como algo así como el Google Maps del aprendizaje infantil, una especia de tutor inteligente. Lo que hacemos es determinar los patrones de aprendizaje del niño, ahora de 0 a 7 años. Cómo funcionan los mecanismos neuronales a nivel de aprendizaje en el cerebro y, a partir de aquí, establecer las capacidades, fortalezas y debilidades de cada pequeño para personalizar la educación. Para ello tenemos en cuenta sus motivaciones a la hora de aprender. Medimos, su rendimiento y su nivel. El objetivo es que la educación sea una oferta individual.

De un tiempo a esta parte se habla mucho, sobre todo desde una perspectiva política, de informes como PISA ¿Os sirvieron este tipo de estudios como motivación para poner en marcha vuestra startup?
Por supuesto es una de las cuestiones que nos sirvió de motivación, cambiar la educación, que lleva de la misma manera desde hace más de 300 años. Lo que buscábamos era provocar un cambio en el sistema. Precisamente los países que más invierten en educación con tecnologías o metodologías distintas y, sobre todo, que intentan personalizar el aprendizaje, obtienen mejores datos. Insisto en que en 3 siglos el único sector que no ha cambiado es este. En todo este tiempo, y dependiendo de cuestiones políticas e ideológicas, se introducen cosas pero basadas en cuestiones distintas a las importantes. Cada país mantiene su sistema centrado en el libro de texto, encorsetado. Hay que ceñirse a él y el niño que no sigue esa pauta es expulsado del sistema. Además, el hecho de que la educación sea la misma para todos con independencia de las necesidades de cada alumno acaba derivando en las altísimas cifras de fracaso escolar que acumulamos no solo aquí. Y esto no hay que achacarlo a la falta de talento de los estudiantes.

Podría venir la solución a través de lo que Infantium propone, es decir, lo que denomináis itinerarios diferenciados
En efecto, porque todo se trata de falta de motivación a la hora de aprender. Esos itinerarios diferenciados son los que permitirían alcanzar ese objetivo. El caso más extremo es el de los niños con dislexia. Hasta hace no mucho se les consideraba poco menos que discapacitados para el estudio. Por suerte las cosas han cambiado gracias a las neurociencias, con las que trabajamos en nuestra plataforma, y ahora se sabe que no es así. Ocurre algo similar con las matemáticas, vulgarmente se le llama la dislexia de los números. No significa que el niño sea incapaz de aprender matemáticas, sino que tiene que valerse de otros métodos para que sus mecanismos neuronales vayan por otros derroteros.

De dónde venís los dos fundadores de Infantium. Tenéis algo que ver con el mundo de la educación
Ambos llegamos de mundos que no están relacionados con este mundo. Por diferentes motivos entramos en contacto con investigadores y dándole vueltas llegamos a la conclusión de que las neurociencias podían aportar un valor enorme a la educación, es decir, poder aprovechar el conocimiento sobre cómo funciona a nivel neuronal el aprendizaje realmente podría ser muy importante.

¿Qué proponéis como método? ¿Es novedoso?
Sí que lo es y por varios motivos, y esto sin ser pretenciosos. Partiendo de la base de que la educación no ha cambiado en años, cualquier avance tecnológico que se utilice en este campo es novedoso, porque los métodos tradicionales se han quedado obsoletos. Además, uno de los centros más prestigiosos e importante a nivel tecnológico del mundo el MIT ha reconocido Infantium como uno de los proyectos más innovadores de España y hace una semana nos informaron desde la Singulaty University que reconocían nuestro trabajo con una beca Call to Innovation. Es decir, todo esto demuestra que el proyecto es novedoso e innovador y básicamente porque el ámbito en el que trabajamos, el de las tecnologías cognitivas, en los próximos años tendrá una experimentación muy amplia y no solo en la educación, sino en todas las áreas, por ejemplo, la salud.

Habláis de Big Data, tecnología cognitiva e inteligencia artificial ¿Pero cómo se materializa en el proceso educativo?
Big Data está muy de moda, pero es la ingeniería de datos de toda la vida, aunque analizados para su aplicación concreta. En nuestro caso supone el poder medir cualquier interacción para poder extraer conclusiones. Watson de IBM es el paradigma de todas las patas de las que hablamos. Hay un antes y un después tras este proyecto. En nuestro caso, cada cosa que se realiza a través de Infantium, cada juego que le damos a un niño con una tableta, cualquier actividad que les proponemos, genera interacciones que nos permiten extraer conclusiones para lograr un perfil cognitivo de una persona, su perfil de capacidades. Y esto en comparación con niños de su misma edad. A partir de ahí, con esos datos, podemos determinar los itinerarios de los que hablaba antes y logramos llegar a sus fortalezas. Si hablamos de un futbolista de élite, cuando está en el campo su cabeza está procesando a nivel matemático para calcular un pase, la distancia, la velocidad, aunque luego le pongas una operación y no sea capaz de resolverla. Messi o Cristiano y Einstein tienen inteligencias distintas en ámbitos distintos. La clave es determinar las habilidades de un niño, cómo aprende, cuál es su estrategia de razonamiento y conociendo esto podemos saber qué es lo mejor para conseguir el objetivo educativo.

Y una vez extraídas las conclusiones... ¿Podrías poner un ejemplo práctico?
Hace poco una madre me decía. Es que mi hijo tiene discalculia pero quiere ser ingeniero. ¿Qué pasaría hace unos años? Pues directamente no podría serlo porque se le dan mal las matemáticas, con la consecuencia de tener que renunciar a la universidad o, en el mejor de los casos, estudiar otra carrera ¿Y esto es real? Ni mucho menos, simplemente hay que buscar otros itinerarios. Hay que ofrecerle herramientas para que pueda optimizar lo que está haciendo y, de esta manera, buscar esas fortalezas que le permitirán cumplir su objetivo académico.

Tengo la impresión de que os habéis encontrado con detractores, con aquellos a los que cualquier cambio les produce una mezcla entre desasosiego y temor.
Normalmente los progenitores son muy abiertos. Por regla general no tienen miedo a probar todo aquello que pueda mejorar la educación de sus hijos. El sector educativo es mucho más reticente.  Aquí hay dos tipos. Por una parte, los profesores muy pioneros con ganas de introducir nuevas cosas en clase y, por otra, los que se resisten a los cambios. Y hay mucha resistencia al cambio. Hace no mucho los videojuegos eran el demonio y no es así puesto que ya se ha comprobado y demostrado científicamente que ayudan a desarrollar habilidades como la visión panorámica, la función de riesgos, la toma de decisiones… es decir, habilidades intangibles que ayudan en el día a día. Uno de los aspectos que muchos achacan a nuestro proyecto es que vamos a sustituir al profesor. No es cuestión de sustituir; el profesor es una guía que permite gestionar mejor la clase, ayudar al alumno, pero no es el que marca el camino.

Muchas responsables de startups hablan de las peripecias que han pasado para ponerlas en marcha ¿Cuáles han sido los mayores obstáculos a los que os habéis enfrentado?
En realidad, más que obstáculos, nos hemos topado con errores pero cometidos por nosotros mismos, y esto desde junio de 2012. Es decir, desde el inicio y durante bastantes meses, error tras error… pero de eso se aprende. Uno fue, precisamente, relacionado con la aceptación de un primer inversor con el que no compartíamos los mismos objetivos y metodología. No todos los inversores valen para todas las startups. Aquí, en España existe mucho talento científico, innovador, el problema es hallar la financiación adecuada porque en nuestro país se apuesta sobre todo por el proyecto a corto plazo, de ahí que al principio nuestro mayor problema fue encontrar financiación para una iniciativa como Infantium.

Sin embargo, tras esas dificultades iniciales, empezaron a llegar las buenas noticias. Por ejemplo, el haber sido seleccionados por la aceleradora Wayra ¿Qué supone esto?
Pues sin duda un paso importantísimo porque trabajar en Wayra, con la marca Telefónica detrás, es un aval más que destacado. Desde luego, el principal respaldo tiene que ver con el aspecto comercial y de visibilidad, porque poder servirte de los recursos de una compañía tan importante es siempre un punto a favor.

Y en la actualidad hacia qué os encamináis. Es decir, cómo va Infantium, está funcionando y, especialmente como startup, y si se puede decir ¿Qué otros campos estáis estudiando para continuar el desarrollo de vuestra empresa?
Como cualquier empresa de este sector, como cualquier startup, nosotros ahora mismo estamos trabajando en la etapa infantil, como te decía de 0 a 7 años. Sin embargo no nos quedamos parados y nuestro objetivo es proseguir con otras etapas educativas, incluida la universitaria, y diferentes ámbitos del aprendizaje.