Alcaldes de la Sierra con Emiliano García-Page en Beteta



Tres meses sin empleo y sueldo. Ese es el castigo que el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, ha impuesto al sargento chusquero de la Guardia Civil de Beteta (Cuenca), Damián Aranda, por insultar a los socialistas castellano-manchegos y a su líder, amedrentar a los vecinos de la Sierra conquense y hacer apología del fascismo en su Facebook, donde exhibía una inaudita admiración por el genocida Francisco Franco, al mismo tiempo que coleccionaba emblemas fascistas e inconstitucionales, que borró rápidamente tras las informaciones publicadas por ELPLURAL.COM, que han servido, a la postre, como prueba para que la Dirección General de la Benemérita entendiera que este hombre no podía seguir al frente de la seguridad ciudadana de una zona que agrupa a una decena de pueblos.



 

“Todos esperamos que no vuelva”
Decisión que, según ha podido saber ELPLURAL.COM, fue adoptada por Interior ante la presión ejercida por los alcaldes de la citada comarca conquense (El Tobar, Beteta, Santa María del Val, Carrascosa, Valsalobre, Cueva del Hierro, Masegosa, Lagunaseca, Cañizares y Vadillos), ayuntamientos regidos tanto por el PSOE como por el PP, además de las iniciativas emprendidas por el diputado del PSOE, Luis Carlos Sahuquillo, que había presentado varias preguntas en el Congreso pidiendo explicaciones por la actitud de este sargento chusquero, que los alcaldes citados esperan “no volver a ver nunca más por nuestros pueblos”, reconoce a ELPLURAL.COM, el primer edil de Beteta, Jesús Mayordomo Cuevas.



La Fuenteovejuna serrana
Y es que después de que ELPLURAL.COM publicara los contenidos fascistas que el sargento chusquero tenía inscritos en su Facebook, y diera a conocer “el asco” que sentía al ver a los socialistas en la plaza de Beteta, con su líder a la cabeza, el castellano-manchego Emiliano García-Page, los alcaldes, cuyos ayuntamientos pertenecen a la jurisdicción de este “cowboy benemérito”, decidieron suscribir un comunicado conjunto, como si de una Fuenteovejuna se tratara, para pedir el cese inmediato de este individuo, que como publicó este periódico llegó a detener a un vecino que le afeó su conducta, acusándole de desorden público y desacato a la autoridad, o a otro que le pareció sospechoso por ser oriundo de Guinea Ecuatorial, o a un grupo de adolescentes porque pensaba que eran los autores de una gamberrada, sin la mínima prueba y solo basándose en su olfato benemérito. Cómo sería el enfado de los alcaldes, tanto del PSOE como del PP, que “después de publicar ustedes la información, bajamos a Cuenca para entregarle en mano al subdelegado del Gobierno el escrito de protesta”, añade uno de los protagonistas, “al principio solo quería recibir a dos de nosotros, pero al final entramos (al despacho) todos”.



Nadie le quería; todos le temían
Está claro que el comportamiento de este sargento chusquero, con el que Interior ha sido demasiado benévolo al imponerle solo tres meses de suspensión de empleo y sueldo, era rechazado por todos; por los alcaldes, por los vecinos y por sus propios compañeros. En este sentido, cabe recordar que hasta el presidente de la Asociación Unificada de la Guardia Civil (AUGC), Ramón Rodríguez, pedía un ejemplar castigo. “Hay un régimen disciplinario que recoge esas conductas, que se le aplique con todas las consecuencias”, dijo el pasado 10 de mayo, para apostillar seguidamente: “No va a ser una excepción y por favor, lo más apropiado sería hacerle una puesta al día devolviéndole a la academia para que le den unas clases de conducta cívica”. Ahora sí, la justicia y el sentido común se han impuesto a la indiferencia primaria mostrada por el subdelegado del Gobierno en Cuenca, Ángel Mariscal.