En los últimos meses de la legislatura de Zapatero esta nueva palabra empezaba a utilizarse referida a una hipotética posibilidad de futuro, que, con el gobierno socialista sólo se empezó a utilizar en la derogación de ayudas añadidas, que se habían vertebrado para que las clases desfavorecidas se vieran menos afectadas con el retroceso económico. Sin embargo, con la llegada del nuevo gobierno del PP, los recortes dejaron de ser una posibilidad para convertirse en una realidad; una cruel y dantesca realidad que está asolando y destruyendo los derechos más básicos de los españoles.

De tal manera que las actuaciones del actual gobierno ultraconservador no se pueden definir como simples recortes, sino como una implacable y radical poda que se está llevando por medio los avances democráticos conseguidos desde el final de la dictadura. La reforma laboral es una vuelta a un pasado laboral propio de finales del franquismo. El desprecio a la igualdad efectiva de la mujer es, igualmente, el retroceso a un pasado misógino que encerraba a la mujer en el hogar como mero elemento ornamental y doméstico. El cierre de centros de rehabilitación, de ayuda a enfermos y discapacitados, o de ayuda a mujeres maltratadas nos retrotraen a tiempos de penurias sociales en que las personas en condiciones de este tipo se veían marginadas y estigmatizadas como elementos no válidos en el orden social.

La privatización de la sanidad es un robo a mano armada del sistema público por parte de políticos y empresarios que buscan hacer su agosto con los medios de todos pero con beneficios privados. El próximo copago en la sanidad, ya aprobado en Cataluña, será la bofetada final a los ciudadanos que son considerados como meras herramientas de hacer dinero. Habrá que pagar dos veces por el mismo servicio, porque en las retenciones de renta cada trabajador costea, de su salario, una cantidad de dinero destinado a esos efectos. Los de la derecha se creen, imagino, que los ciudadanos somos tontos de capirote para no entender esta pequeña ecuación de usura que significa, sin embargo, una verdad aplastante: el Estado no se ocupará de gestionar los fondos públicos para asegurar los derechos de las personas, sino que, al contrario, utilizará a las personas para exprimirlas al máximo y hacer dinero con ellas.

Al mismo tiempo, la pobreza en España crece de manera alarmante. El informe “Exclusión y desarrollo social. Análisis y Perspectivas 2012” , elaborado por Cáritas, demuestra que el 22 por ciento de los españoles vive por debajo del umbral de la pobreza, situándose España entre los países más pobres de la Unión Europea. En la misma proporción ha crecido la desigualdad social, siendo, según este informe, cinco veces mayor que la media en el resto de Europa.

Y mientras la pobreza crece, los derechos educativos y sanitarios y las prestaciones sociales decrecen, dejando a la sociedad empobrecida y vulnerable ante la indefensión ciudadana que propugna el Estado neoliberal. Eso sí, la moral siendo marcada por el catolicismo más rancio y obsoleto, que se ha asegurado su botín público sin recorte alguno. Las grandes fortunas, de otro lado, han incrementado su patrimonio en un 25 por ciento en los últimos años. De eso se trata. Los recortes en lo público pasan a manos privadas. ¿Qué no hay dinero? Que se lo cuenten a las grandes fortunas y a la banca. Ese discurso preparado para cerrar y manipular las bocas de los desinformados está tan manido que, a estas alturas, carece de sentido. Así son las cosas a escasos cuatro meses de la llegada al poder de este gobierno duro y ultracatólico. ¿¿Qué esperábamos??.

Coral Bravo es Doctora en Filología