En la naturaleza no hay residuos: hay ciclos. Las hojas caídas alimentan el suelo, los restos de animales dan paso a nueva vida. Esa lógica circular, en la que todo se transforma, es el modelo que Naciones Unidas reivindica este 5 de junio en el Día Mundial del Medio Ambiente. Y es también el principio que inspira a Veolia en su apuesta por la transformación ecológica: observar a la naturaleza para encontrar en ella las soluciones que necesitamos.
La producción mundial de plásticos supera ya los 430 millones de toneladas al año, de las cuales dos tercios se convierten en desechos. Muchos terminan en los océanos o incluso entran en la cadena alimentaria humana. La contaminación plástica afecta de lleno a los Objetivos de Desarrollo Sostenible: compromete la biodiversidad, agrava el cambio climático y pone en riesgo la salud de los ecosistemas. Frente a este reto, Veolia impulsa la economía circular como vía para rediseñar por completo el ciclo de vida del plástico.
Para combatir estos problemas, Veolia apuesta por las Soluciones basadas en la Naturaleza (SbN), que permiten resolver retos ambientales imitando procesos naturales. En el parque El Recorral, en Rojales (Alicante), la construcción de cinco lagunas artificiales ha dado lugar a un humedal rico en vida. Esta intervención no solo mejora la calidad del agua y sirve de refugio a especies animales, sino que también actúa como sistema de retención natural para evitar vertidos contaminantes en episodios de lluvias torrenciales.
Además, muchas de las instalaciones de Veolia en zonas sensibles están siendo transformadas en infraestructuras verdes, que favorecen las funciones ecológicas de su entorno a través de estrategias que replican el funcionamiento de los procesos naturales. Las ecofactorías, que son la evolución de las depuradoras de agua tradicionales, constituyen un ejemplo paradigmático, regenerando y reutilizando las aguas residuales para nuevos usos, valorizando sus residuos como nuevos recursos, fomentando el uso de energía verde e impulsando la renaturalización de las instalaciones. En este último eje, se incluyen medidas como la eliminación del uso de productos químicos como fitosanitarios, el uso de especies autóctonas, la creación de microhábitats y refugios para la fauna nativa, y el control activo de especies invasoras. Asimismo, especies en declive han encontrado un nuevo hogar en instalaciones naturalizadas del grupo. Es el caso de la malvasía cabeciblanca, reintroducida en la depuradora de Cabezo Beaza (Cartagena), o del ratonero patudo, recuperado en los humedales de Begudà (Girona). Estas acciones demuestran cómo es posible compatibilizar la actividad industrial con la restauración y conservación de la biodiversidad.
La sostenibilidad también pasa por la implicación social. El programa BiObserva involucra al personal de Veolia en el seguimiento y registro de aves en sus instalaciones. En 2024 participaron 271 personas, que realizaron más de 9.000 observaciones de 178 especies diferentes. Desde 2017 se han superado las 150.000 observaciones, cuyos datos se comparten con la red GBIF y sirven para enriquecer la investigación científica sobre biodiversidad.
Veolia también aborda la circularidad desde la revalorización de los residuos plásticos. En plantas como La Red (Sevilla), se gestionan más de 120.000 toneladas de plástico postconsumo, industrial y agrícola que se convierten en granza reciclada para crear nuevos productos como bolsas de la compra, tapones o sistemas de riego. Por su parte, TorrePET (Badajoz), centrada en el reciclaje de PET, es la primera planta en España con la certificación de “Fin de Condición de Residuo”, que le permite suministrar material apto para el contacto con alimentos. Gracias a herramientas como la plataforma Plastiloop, la compañía facilita a las empresas la sustitución de plásticos vírgenes por polímeros reciclados que cumplen las normativas europeas y ayudan a reducir la huella de carbono. Estas soluciones circulares también permiten a las cadenas de distribución cerrar el ciclo de sus productos, desde la recogida hasta la reintroducción en el mercado.
Cuando el reciclaje mecánico no es posible, Veolia recurre a la valorización energética: el poder calorífico de los residuos se convierte en energía útil para procesos industriales o para abastecer redes urbanas. Así se evita que los residuos acaben en vertederos, se reduce la dependencia de combustibles fósiles y se optimiza el uso de los recursos disponibles.