En España, el tabaquismo sigue siendo uno de los principales problemas de salud pública, pese a décadas de campañas, leyes y programas específicos. Más de ocho millones de personas fuman a diario y cada año se registran en torno a 22.000 muertes por cáncer de pulmón, de las que cuatro de cada cinco se atribuyen directamente al consumo de cigarrillos. Nuestro país cuenta con una de las tasas de prevalencia más altas de Europa, con casi un 24%, según el Eurobarómetro. Mientras tanto, los médicos de Atención Primaria, la puerta de entrada al sistema sanitario, consideran que las herramientas con las que cuentan para ayudar a sus pacientes se han quedado cortas.

El informe 'Tabaquismo y Atención Primaria en España: por qué las estrategias actuales no bastan', elaborado por la consultora LECA Solutions con la participación de 250 médicos de todo el país y avalado por la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC) y la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), concluye que nueve de cada diez facultativos consideran insuficientes las estrategias actuales para dejar de fumar. La fotografía que ofrece el estudio es la de un sistema que insiste en el mensaje de "hay que dejar el tabaco", pero que no siempre dispone de tiempo, recursos ni formación para acompañar a los fumadores en un proceso que, en la práctica, suele ser largo y complejo.

Fracaso frecuente y poca motivación para dejar el tabaco

El 73 % de los médicos de Atención Primaria afirma que una parte importante de sus pacientes que intentan dejar de fumar acaba fracasando, incluso cuando utilizan tratamientos farmacológicos o cuentan con algún tipo de apoyo. Además, el 66 % de los encuestados estima que casi la mitad de los fumadores ni siquiera se plantea dejarlo, lo que confirma el peso de la baja percepción de riesgo, la normalización del consumo y la fuerza de la adicción a la nicotina.

Pese a que las guías clínicas recomiendan insistir en el consejo sanitario, combinar tratamiento farmacológico y apoyo conductual e intensificar el seguimiento, la realidad cotidiana de los centros de salud complica ese abordaje. Muchos médicos reconocen que las tasas de éxito a largo plazo apenas superan el 20–25 % incluso en los programas más estructurados, y que una parte de los pacientes entra en un ciclo de intentos fallidos que termina minando su motivación.

Las terapias actuales “no dan la talla” para la mayoría de fumadores

El informe profundiza en esa sensación de insuficiencia. El 77 % de los facultativos considera que las terapias disponibles no cubren adecuadamente las necesidades de la mayoría de los fumadores y el 89 % cree que los tratamientos actuales no son lo bastante eficaces o necesitan mejoras importantes. Entre las herramientas más utilizadas figuran los fármacos financiados para la cesación tabáquica, como la vareniclina o los parches de nicotina, combinados con diferentes formatos de apoyo psicológico.

Sin embargo, los médicos señalan varias barreras recurrentes: dificultades para acceder a unidades especializadas, criterios de financiación restrictivos, falta de programas intensivos para los pacientes más dependientes y, sobre todo, la ausencia de tiempo en consulta para profundizar en el problema. En un contexto de agendas saturadas, muchos profesionales se ven obligados a limitarse a un consejo breve o a una prescripción, sin posibilidad de realizar un seguimiento cercano.

Falta de formación en alternativas sin humo y en lo que se hace en otros países

Uno de los puntos más llamativos del estudio es el referido a las alternativas sin humo. El 87 % de los médicos de Atención Primaria reconoce no tener conocimientos suficientes sobre el papel que podrían desempeñar dispositivos como los cigarrillos electrónicos, el tabaco calentado o las bolsas de nicotina en el abordaje de los fumadores que no consiguen dejarlo con las terapias habituales.

Esta falta de información convive con un intenso debate regulatorio y científico. Mientras algunas sociedades médicas y organismos de salud pública advierten de los riesgos de estos productos y defienden la estrategia de tolerancia cero con la nicotina, otros países han optado por estudiar su uso en un enfoque de reducción de daños para fumadores adultos que no logran abandonar el cigarrillo convencional. El informe subraya que el 83 % de los médicos españoles considera que el colectivo sanitario no está bien informado sobre las estrategias que se aplican en países donde el tabaquismo se ha reducido más deprisa.

Revisar la ley y reforzar la Atención Primaria

La fotografía que dibuja este informe es la de una Atención Primaria que se siente en primera línea frente al tabaquismo, pero con armas limitadas. La Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC) y la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) reclaman una revisión urgente de los protocolos actuales y una actualización de la Ley Antitabaco que integre las últimas evidencias científicas y clínicas.

La presentación del estudio coincide con la revisión de la Ley 28/2005, que regula las medidas sanitarias frente al tabaquismo, y del Real Decreto 579/2017, que establece las normas de fabricación y comercialización de los productos del tabaco y relacionados. Para los expertos que han participado en la elaboración del informe, este proceso abre una oportunidad para incorporar la visión de los médicos de Atención Primaria y las evidencias emergentes sobre reducción del riesgo, un terreno que —subrayan— no está siendo suficientemente considerado en la reforma actual.

En esta línea se expresó Sara María Ferrero Coloma, presidenta de la Comisión de Prevención del Tabaquismo de la SEORL-CCC y autora principal del estudio, quien insistió en la necesidad de reforzar el sistema antes de esperar resultados significativos de cualquier reforma legislativa:
"En España se necesita coherencia, se necesita valentía política y realmente un apoyo en términos de recursos. Se pueden hacer leyes, pero al final necesitamos fortalecer el sistema público", afirmó.

Ferrero Coloma recordó que España ha mantenido históricamente una estrategia “muy conservadora”, centrada casi exclusivamente en la abstinencia y la prevención. Aunque valoró la prudencia que caracteriza al sistema sanitario español, insistió en que esta no debe impedir explorar enfoques complementarios sostenidos por evidencia científica, como han hecho otros países. "Nosotros necesitamos siempre, para trabajar y para aplicar medidas, una evidencia científica", señaló, defendiendo la necesidad de avanzar “con rigor” y “desde una perspectiva sanitaria y no comercial”.

Apoyo psicológico

La visión clínica del informe se reforzó con la intervención del endocrinólogo José Antonio López Medina, quien detalló las tres grandes carencias identificadas por los médicos consultados: el déficit de apoyo psicológico, la falta de grupos de terapia en el ámbito ambulatorio y de Atención Primaria, y la necesidad de fortalecer las unidades especializadas para abordar a los pacientes más dependientes.

 "El estudio pone encima de la mesa algunos déficits de formación y una llamada de atención. Tenemos que aplicar más recursos en la Atención Primaria, de apoyo psicológico, de formación, de información, de actualización", afirmó, recordando que las tasas de tabaquismo en España siguen siendo “muy altas”.

Comparativa con otros países

La perspectiva más orientada a la comparación internacional la aportó Pablo González Ipiña, socio de LECA Solutions y coordinador del estudio. Para él, España necesita replantear profundamente su estrategia frente al tabaquismo y abrir un debate público que incorpore las enseñanzas de países que han aplicado políticas de menor daño con gran impacto. 

Citó los resultados de Reino Unido, Suecia, Nueva Zelanda, Japón y EEUU en la lucha contra el tabaquismo aplicando políticas de reducción de daños. En este sentido, señaló que mientras España ha reducido su tasa de tabaquismo del 29 % al 24 % en la última década, Inglaterra ha pasado del 22 % al 12 %, en el mismo periodo. 

Además, alertó sobre el riesgo de que la reforma legislativa española “equipare” normativamente los cigarrillos convencionales con productos sin combustión: una medida que, en su opinión, "ataca" las estrategias aplicadas en países pioneros. "Si seguimos haciendo lo mismo, posiblemente tengamos los mismos resultados dentro de diez años", zanjó.