Una neuróloga e investigadora que estuvo en el Hospital La Fe y en la actualidad se encuentra investigando en un hospital de Estados Unidos denunció a la Conselleria de Sanitat de la Generalitat Valenciana por un caso de acoso laboral por parte del que era su superior, el coordinador de la unidad de esclerosis múltiple, B.C. Esta demanda ha sido admitida a trámite y el juicio tendrá lugar en junio de 2026, pero la demandante también ha llevado a Inspección de Servicios Sanitarios su situación de vulneración sistemática de derechos fundamentales ante la inacción y connivencia de la dirección del hospital, la gerencia actual y las instancias superiores responsables y conocedoras, incluida la Conselleria de Sanitat y su conseller, Marciano Gómez.
La denunciante ha expuesto que ante sus peticiones de ayuda los órganos competentes han mantenido una postura de absoluta pasividad, sin adoptar ninguna medida real, eficaz y necesaria. En conversación con ElPlural.com, la neuróloga, que quiere mantenerse en el anonimato, critica que el gerente y el propio conseller, Marciano Gómez, son conocedores de la situación y no han querido investigar el asunto: “Han sido informados, pero no han querido investigarlo y entonces son cómplices de esto”. Esta situación de vulneración de derechos no solo ha puesto en riesgo su estado de salud, sino también su desempeño profesional y la continuidad de los ensayos clínicos, perjudicando la atención a los pacientes y también los proyectos clínicos y de investigación.
Es por esto que lamenta esta situación que está viviendo, la dejadez de las personas competentes para atajar estos abusos: “Pensé que podía defender mis derechos frente al abuso de un señor. Empecé una lucha”. “Conseguí sobrevivir durante un tiempo, con la ayuda de un Director Médico que admitió el error. Ahora, estoy en manos de personas que no creen en las denuncias por acoso ni en las mujeres como víctimas… y que anidan en la impunidad”, lamenta.
Lenguaje despectivo y hostilidad del coordinador
La neuróloga, vinculada al Hospital La Fe de Valencia desde 2006 y que el pasado mes de enero vio su fin ante la decisión de su abusador, ha señalado en la denuncia presentada ante la Inspección de Servicios Sanitarios que el abuso de poder ejercido por su abusador y superior, B.C., incluía el lenguaje despectivo y las amenazas verbales, el impedimento a solicitar financiación para proyectos propios, la exclusión arbitraria de proyectos de investigación del grupo y de manuscritos científicos de autoría propia, la retirada de responsabilidades, el bloqueo de acceso a datos necesarios para su investigación y de forma gradual, el aislamiento progresivo en la unidad.
Además, ha informado de que esta hostilidad se intensificó tras la presentación de la denuncia formal por los medios oficiales que el hospital dispone, en julio de 2022, cuando el Comité de Gestión de Conflictos y el Jefe de Servicio reconocieron que estas acciones suponían un riesgo para su carrera profesional. En este comité, B.C. trató de desacreditar a la profesional sugiriendo que “la Unidad de Referencia” corría peligro si ella seguía en ella.
A su situación hay que añadir la de otra becaria, que fue despedida por el mismo coordinador tras un periodo de más de seis meses de aislamiento y pidiéndole ayuda a otro director para despedirla justificando que se había acabado su proyecto. Así, la doctora fue despedida por correo electrónico y, tras reclamar, recibió un desproporcionado finiquito de arcas públicas a la orden de “dale lo que quiera”, según ha contado la neuróloga en la denuncia y en la conversación con este periódico. Con este caso, ya es la segunda ocasión en la que B.C. desea “eliminar” a una mujer de su equipo.
El acoso y hostilidad llegó a tal punto en el que el abusador intentó excluir a la denunciante de un ensayo clínico de células CAR-T, terapia de la que ella es la única especialista en el hospital. Para justificar esta decisión, B.C. señaló que no quería que estuviese porque le tenía “animadversión”.
La denuncia de la neuróloga va más allá, ya que ha señalado que ha sido testigo de irregularidades en la adjudicación de contratos por bolsa y de casos de posible mala praxis del coordinador, razón por la que pide que se investigue todo ello, además de su caso personal. No obstante, y ante todo ello, según ha explicado, solo se ha encontrado un “comité tibio” en el que se le ha advertido sobre posibles represalias, no solo a ella sino también a su marido. “Si el establishment no te quiere, te mata, aunque lo haga con causas estratégicas”, afirma que se le llegó a decir.
En concreto, el informe del Comité de Gestión de Conflictos Internos concluyó que el entonces jefe de servicio de Neurología debía mediar. Teniendo en cuenta que el jefe de servicio es en un hospital el máximo responsable de cada departamento, y tras varios intentos fallidos, la víctima se reunió con él. Pero la respuesta que obtuvo volvió a ser la inacción y la complicidad. Éste, según se señala en la demanda y ha explicado la víctima, le dijo: “Si cae B. C., caigo yo, por cosas que yo sé” y que “esto ha pasado toda la vida y hay que aguantarse”.
150 pacientes sin seguimiento y un contrato no renovado
Por todo ello, la denunciante presentó en junio del pasado año una demanda por riesgo psicosocial y vulneración de derechos fundamentales ante el Juzgado de lo Social, pero la vista del juicio no será hasta junio de 2026. Con esto, su situación queda en una absoluta indefensión y con un contrato que no ha sido renovado.
La no renovación de su contrato no solo tiene consecuencias personales, sino también en el ámbito asistencial y científico. Más de 150 pacientes con esclerosis múltiple se han quedado sin el seguimiento especializado que recibían; el ensayo clínico activo sobre un tratamiento para esta enfermedad ha sido interrumpido; y los fondos públicos destinados a proyectos de investigación se perderán.
Pero esta situación también ha generado en la neuróloga un malestar y un miedo: “Estaba ahora viendo que tengo que rellenar la memoria justificativa de mi contrato. Me ha dado un pallá cuando he visto que tienen que firmar la Directora Científica y el Gerente para que consideren mi contrato como desarrollado favorablemente. Y entonces me viene el mismo nudo en el estómago que llevo arrastrando meses, que me trae insomnio y bloqueo mental”.
“El nudo del miedo: miedo a que no me renueven (ha ocurrido), a que me quiten lo que he construido, como el grupo de investigación, proyectos, doctorando (ha ocurrido), a que no me den el favorable a la memoria de mi contrato”, añade durante la conversación con ElPlural.com.