La ola de calor que ha azotado España en los últimos días ha hecho que los aires acondicionados no haya dejado de funcionar. Aunque estos aparatos son un buen aliado para combatir las altas temperaturas, también es cierto que tiene algunos efectos menos satisfactorios para la salud.
Uno de ellos tiene que ver con nuestros ojos, que pueden resentirse con la exposición a estos sistemas. Es frecuente que el aire acondicionado cause sequedad ocular, lo que se traduce en molestias como picor, escozor, enrojecimiento o sensación de tener arenilla en los ojos
"Un uso prolongado del aire acondicionado puede llegar a influir en la salud de nuestros ojos", reconoce Viviana Outeda, óptico-optometrista de General Óptica, que indica que los efectos suelen notarse "especialmente al final del día o tras varias horas en un espacio climatizado". Esta especialista recuerda que estos sistemas "al absorber gran parte del vapor de agua del aire, reducen la humedad del ambiente".
Para hacer frente a este problema, da una serie de consejos que pueden ayudarnos a reducir la incomodidad:
1. Evitar la exposición directa al aire: Si el aire frío impacta sobre la cara, puede acelerar la evaporación de la lágrima natural. Para que esto no ocurra lo mejor es enfriar la habitación sin estar en ella. Si no es posible, la mejor opción es situarse lo más lejos que podamos del aparato y dirigir las rejillas de este hacia el techo o las paredes.
2. Usar humidificadores: Como el aire acondicionado tiende a resecar el ambiente y la humedad relativa en el aire, es útil emplear humidificadores. Otra opción más rudimentaria, pero práctica, es colocar recipientes con agua cerca del sistema de ventilación o en las esquinas de la habitación para mantener un ambiente más equilibrado.
3. Ventilar: Cuando está el aire acondicionado puesto se tiende a no abrir nunca las ventanas. Sin embargo, la ventilación es fundamental para que el ambiente no se cargue demasiado. Para evitar que entre calor podemos hacerlo a primera hora del día o a última. Ventilar ayuda a mejorar la circulación del aire y a equilibrar la humedad ambiental.
4. Controlar la temperatura y la potencia: Programar el aire a temperaturas muy bajas no solo supone un gasto energético innecesario, sino que también puede intensificar la sensación de sequedad en los ojos. Lo ideal es que la temperatura esté entre los 24 y 26 grados centígrados. Si el sistema lo permite, es conveniente ajustar la velocidad del ventilador a un nivel bajo o moderado para evitar corrientes de aire intensas.
5. Mantener limpios los filtros: Si los filtros del sistema de climatización están sucios pueden liberar partículas que irritan los ojos, como polvo, polen o ácaros. Un mantenimiento adecuado es clave para controlar la calidad del aire que se respira y que entra en contacto con nuestros ojos. Limpiando y cambiando los filtros no solo protegemos nuestra salud, sino también la del propio aparato.
6. Apagar el aire cuando no sea necesario: Aunque la temperatura sea agradable, es frecuente mantener el aire siempre conectado, lo que además de generar un gasto innecesario, afecta a nuestra salud ocular. Reducir su uso ayuda a mantener una humedad ambiental más equilibrada y permite que los ojos descansen del flujo constante de aire. Es conveniente aprovechar momentos del día con temperaturas más suaves, como las primeras horas de la mañana o el anochecer, para apagarlo.
7. Evitar los cambios bruscos de temperatura: Pasar de un ambiente muy caluroso en el exterior a uno muy fresco con aire acondicionado puede generar incomodidad ocular. Estos contrastes térmicos repentinos afectan a la adaptación natural del cuerpo, que puede resentirse. Para minimizar este impacto, es recomendable ajustar gradualmente la temperatura del aire acondicionado y no mantenerlo excesivamente frío. Otra acción que puede ayudarnos es permanecer unos minutos en zonas intermedias, como entradas o pasillos ventilados. De esta forma, se permite una transición más suave y se reduce la posibilidad de molestias.
8. Dejar descansar los ojos: Hacer pausas visuales con frecuencia es una práctica clave para mantener una buena salud visual, especialmente en verano cuando se pasan muchas horas en ambientes cerrados con aire acondicionado. Es recomendable aplicar la regla del 20-20-20: cada 20 minutos, mirar durante 20 segundos algo que esté a 20 pies de distancia (unos 6 metros). También se puede cerrar los ojos unos segundos o parpadear con frecuencia, un gesto simple y sencillo que es de gran ayuda para restablecer la película lagrimal.
9. Hidratar los ojos con lágrimas artificiales: Cuando se pasa mucho tiempo en un ambiente seco, los ojos pueden sentirse más cansados o irritados. Para mantener la sensación de frescura y comodidad, es recomendable utilizar lágrimas artificiales o gotas hidratantes, que ayudan a mantener la hidratación ocular y a prevenir y aliviar los síntomas de ojo seco. Se recomienda que estas no tengan conservantes.
10. Mantener una dieta equilibrada: Aunque este es un asunto que tiende a pasarse por alto, la alimentación también tiene algo que decir a este respecto. Mantener una dieta equilibrada es esencial para cuidar la salud ocular. Se recomienda consumir frutas y verduras, que aportan vitaminas A y C, fundamentales para el buen funcionamiento visual. Minerales, antioxidantes y ácidos grasos como el Omega 3 también contribuyen al buen estado de los ojos. Otro aspecto fundamental es la hidratación. En verano se aconseja beber entre dos y tres litros de agua, ya que esto favorece no solo la hidratación general, sino también la de la superficie ocular.