España gasta más de 3.600 millones de euros al año en diagnosticar y tratar las enfermedades relacionadas con la contaminación del aire por el tráfico. Aunque el tráfico rodado no es la única fuente de contaminación del aire, la Comisión Europea sí lo considera como una de las principales responsables de la toxicidad del aire en Europa.

Se relaciona normalmente con las áreas urbanas, debido a que el 93% de la población española respira un aire que excede los niveles considerados como peligrosos para la salud. De hecho, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor de siete millones de personas mueren de forma prematura en el mundo a causa de la contaminación del aire, que representa el 25% de las muertes por enfermedades del corazón y el 24% de los ictus. 

La contaminación también afecta al desarrollo de los niños. Un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por “la Caixa”, halla una relación entre la exposición a partículas PM2,5 durante los primeros años de vida y un peor rendimiento de la memoria de trabajo y de la atención ejecutiva. La investigación realizada en el marco del proyecto BREATHE, ha sido publicada en Environmental Health Perspectives. Con el objetivo, de profundizar en el conocimiento generado por anteriores estudios, que observaron que aquellos niños que iban al colegio con alto niveles de contaminación procedentes del tráfico tenían un menor desarrollo cognitivo.

Para este estudio se contó con la participación de 2.221 niños y niñas de la ciudad de Barcelona, con edades comprendidas entre los 7 y los 10 años. Los resultados del estudio mostraron una mayor exposición a partículas finas (PM2,5), desde la etapa prematura del embarazo hasta los 7 años, que estaba asociada a una menor memoria de trabajo.

Comprobaron también, que la relación entre ambos niveles se daba en los niños, pero no en las niñas. “No sabemos todavía a que se deben estas diferencias, pero existen diversos mecanismos de carácter hormonal o genético que podrían llevar a que las niñas tuviesen una mejor respuesta a los procesos inflamatorios desencadenados por las partículas finas y fuesen menos susceptibles a su toxicidad”, explicó Ioar Rivas, investigadora de ISGlobal y primera autora del estudio.  Por otro lado, se observó que una menor atención ejecutiva estaba asociada con una mayor exposición de partículas finas, en ambos sexos.