Las llamas que arrasan la localidad de Paradise, al norte de California, se ha cobrado ya la vida de 42 personas y ha dejado 200 desaparecidos. Se trata del incendio más mortal de la historia de este estado. 

El fuego, que se extendió por Paradise (con 26.000 habitantes) el viernes y el sábado pasado, ha arrasado 45.000 hectáreas y ha destruido 6.700 construcciones, en su mayor parte viviendas, en una zona llena de mansiones y ranchos. Según las autoridades estadounidenses, los primeros cadáveres que han sido identificados tenían entre 48 y 77 años.

Los vientos del diablo

Tras cuatro días angustiosos, ayer en la noche los bomberos sólo habían conseguido controlar en un 30% las llamas. El tiempo no ayuda, ya que los fuertes y secos vientos, habituales en estos meses en la región (denominados vientos de Santa Ana o vientos del diablo), siguen complicando las labores de los equipos de emergencia.

Los vientos dieron un respiro el sábado, que permitió a los equipos de emergencia rociar con retardante zonas clave del perímetro del incendio en previsión de que las condiciones iban a empeorar en cuestión de horas. Así fue. El viento volvió el domingo y el lunes se esperaban rachas de 100 kilómetros por hora. El fuego había consumido hasta el lunes 36.000 hectáreas de montañas y cañones llenas de mansiones y ranchos.