La noche del jueves será recordada durante muchos años como uno de los episodios más negros de la historia de la afición blaugrana. El Fútbol Club Barcelona se midió en el césped con el Eintracht Frankfurt, noveno clasificado de la Bundesliga, en una eliminatoria que salió igualada a un gol del estadio de los alemanes y que se decidió en el Camp Nou, con la victoria del conjunto francfortés por 2 goles a 3 en un partido pésimo del Barcelona, que comenzó perdiendo por 0 goles a 3 y que se vio sin tiempo para reaccionar al envite de los germanos, pese a anotar dos tantos en la recta final.

Del partido no puede decirse mucho más: a veces el fútbol tiene estas historias inesperadas en las que los gigantes caen ante el rival menos esperado. El Barça venía de una racha de 14 partidos consecutivos sin perder, jugaba en su estadio y tenía una muy buena oportunidad para asegurarse el pase a las semifinales de una competición que, históricamente, se le queda pequeña. Sin embargo, su fútbol no fue el mejor, el Eintracht se encontraba mucho más sólido y hambriento y no estaba entre sus planes ponerle las cosas tan sencillas a los de Xavi. Los alemanes fueron superiores y se impusieron en terreno hostil. O no tan hostil.

La vergüenza vivida en la grada

Lo más preocupante del partido no fue la derrota ni la imagen futbolística ofrecida por el Barcelona, ya que un día malo sobre el terreno de juego lo puede tener cualquiera, sino la imagen que se presenciaba en las gradas: más de 20.000 aficionados del Eintracht Frankfurt se encontraban presentes en las tribunas del Camp Nou. ¿El motivo? Los miles de abonados culés que revendieron su pase al estadio a los aficionados francforteses y que ocasionaron una clara desproporción en la grada. Por contextualizar, la ocupación que se presupone para la hinchada visitante en un partido de estas características es del 5% de la capacidad del estadio, que fue la cantidad asignada al equipo alemán por la UEFA. 20.000 aficionados en el Camp Nou es aproximadamente un 20% de la capacidad total del estadio.

Las imágenes hablan por sí solas: el partido parecía ser una final disputada en terreno neutral, donde ambas hinchadas hubieran recibido el mismo número de entradas. Ante la cuestionable actitud de los aficionados blaugranas, tanto Joan Laporta como su asesor Enric Masip se han visto en la obligación de pronunciarse: “He sentido vergüenza con lo visto en la grada, pido disculpas, ha sido muy grave. Estamos procesando toda la información, daremos explicaciones. Lo de hoy no es habitual y no tendría que haber pasado, tenemos estudiadas las razones y tomaremos y medidas”, ha indicado el presidente. “Todo el mundo está en su derecho de vender sus carnets, pero la realidad hace que ver un Camp Nou con tantos aficionados del rival da mucha lástima”, ha añadido, por su parte, Masip.

Este episodio de la historia europea del Barça será recordado por dos razones: por un lado, por haber sido eliminado ante un rival al que se presuponía sin demasiadas posibilidades, y por otro, por la bochornosa actitud de los miles de aficionados culés que prefirieron sacarse un sobresueldo por la reventa de sus abonos, antes que apoyar a su equipo en el Camp Nou en un partido importante.