No puedo ni siquiera intentar no parecerlo. Millennial, quiero decir (odio la palabra). Con las Pumas desgastadas, mi moño peinado a lo despeinado y mi taza de café junto al portátil. Soy una caricatura de la juventud actual: estudiante de Comunicación y feminista. Me falta un tatuaje de aires post-modernistas en la parte interior de mi antebrazo. Pero me sobran amores no correspondidos.
Enamorarse y los sentimientos frivolizados
Mi tesis es que hoy en día lo normal es no corresponderse, pero que también es normal enamorarse mucho (y de muchos). La sociedad ha banalizado las grandes emociones a base de repeticiones hasta el absurdo y contextos frívolos: hemos comercializado nuestros sentimientos (Hollywood, sin ir más lejos) y también hemos frivolizado las grandes causas (vemos en tercera persona los desastres, mediante telediarios, por ejemplo). Por lo tanto enamorarse no es más que un sentimiento que ya no sabemos diferenciar del capricho, de lo que nos hace gracia, de lo que nos consume. Y cuanto más jóvenes, más se agrava.Decir me he enamorado de ti ya no es sagrado. Es más, buscamos dentro de una lógica consumista el mayor número de oportunidades para poder decirlo. Nos han enseñado que enamorarse y que se enamoren de ti es mejor que nada, que dentro de una lógica individualista de la sociedad cuando se es más fuerte es en pareja: para crear un único individuo capaz de todo.He oído decir que ya no se enamora como antes. Tal vez sea cierto. Lo que creo es que ahora cualquier cosa nos parece enamorarnos. Veo a gente con 15 años buscando primeros amores porque eso es lo que hacen los adultos, cuando en realidad lo que tienen es curiosidad. Veo a gente de 20 años conformándose, porque la comodidad prima en un mundo donde decir que no al amor es acto revolucionario. Pero sobretodo veo que las personas somos objetos de deseo.