El Tribunal Supremo ha condenado al capitán del Prestige, Apostolo Mangouras, a dos años de cárcel por un delito contra el medioambiente en grado de imprudencia y también por un delito de desobediencia. La sala segunda del tribunal revoca así parcialmente, pero de forma crucial, la sentencia en primera instancia que la Audiencia Provincial de A Coruña dictada el 13 de noviembre de 2012, por la que se condenó al capitán a seis meses de cárcel solo por desobedecer durante tres horas las órdenes de la Marina Mercante. Esa condena inicial no llevaba aparejada responsabilidad civil.

Indemnizaciones
La sentencia de la Audiencia coruñesa fue un jarro de agua fría para todos los afectados por el desastre ecológico provocado por el hundimiento del petrolero, así como para la sociedad que se movilizó en la limpieza de costas y playas. La revisión de la sentencia supone que se incluye el delito contra el medioambiente en su modalidad agravada de deterioro catastrófico, lo que implica responsabilidad civil subsidiaria de la empresa armadora del buque, Mare Shipping, y de la aseguradora del petrolero, que estarían obligadas a pagar al menos parte de las indemnizaciones.

13 años de proceso judicial
La sentencia del Supremo, que ha decidido ya sobre los 13 recursos presentados contra la sentencia de la Audiencia de A Coruña, llega tras 13 años de periplo judicial de este caso, en los que tanto la empresa armadora como la aseguradora han utilizado todo tipo de argucias legales para evitar el pago de las multimillonarias indemnizaciones. Ahora la aseguradora británica, que blindó en los tribunales británicos una póliza de mil millones que tenía suscrita con el armador, tendrá que hacer frente a indemnizaciones pero el proceso de ejecución de la sentencia será, sin duda, largo y complicado.

La sentencia
En su fallo la Sala Segunda del Supremo recoge gran parte de los argumentos del fiscal que llevó el caso, Álvaro García Ortiz, quien pidió en su día que se revisara la sentencia al no tenerse en cuenta una serie de documentos clave en los que se demostraba que el capitán era conocedor del mal estado estructural del petrolero, y que adoptó una actitud imprudente al aceptar partir desde San Petersburgo hasta Singapur. La pena no acarreará su ingreso en prisión y podría considerarse más bien una condena instrumental.