Según datos de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), de los 77.483 migrantes que han llegado a Europa este año,1.524 están muertos o desaparecidos en aguas del Meditreráneo. Cada uno de esos migrantes esconde una vida, una historia, un pasado. Hoy conoceremos la de uno de ellos. Un relato que sirve como paradigma del drama al que se enfrentan miles de personas cuyo único objetivo es encontrar un futuro digno. 

Elvis Tgnabou, 22 años, estuvo 13 agónicos días esperando para cruzar el Mediterráneo en una playa de Libia bajo unas condiciones inhumanas. Tras la espera, junto a 59 migrantes, Elvis se subió el 30 de junio de 2018 en una lancha neumática cuya proa estaba precintada con cinta americana y forrada con una tabla de madera de la cual sobresalían tornillos oxidados, haciendo las veces de asiento para los tripulantes. A duras penas, el "barco" arrancó. Tras 55 kilómetros recorridos en ocho horas, ya en aguas internaciones, el grupo errante pudo avistar a lo lejos una embarcación. El miedo se apoderó de los ocupantes. ¿Eran libios? De serlo así Elvis no habría tenido dudas. “Me habría lanzado al agua”, afirma. La situación era tal, que entras en el dilema de elegir entre volver a una vida basada en la esclavitud o la muerte. Sin embargo, no eran libios. Era un barco de Open Arms, tripulado por voluntarios. Cinco días después de aquel milagroso rescate, Elvis llegaba a Barcelona.

Un hombre se encuentra ante la tesitura de elegir entre la muerte o volver a Libia y elige encontrarse con La Parca. ¿Por qué? Para saberlo debemos remontarnos al año 2016, dos antes de la fatídica escena en el Mediterráneo.

Elvis nació en Tiebelé, un pequeño pueblo en el sureste de Burkina Faso. Al ser cristiano, se vio obligado a huir de su país ante la presión latente del yihadismo. Puso su destino en manos de los traficantes y tras atravesar el Sáhara vía Níger, llegó a Libia

En el país norteafricano consiguió un trabajo en una cantera hasta que un día, llegó un camión comandado por bandidos y fue secuestrado. Tan sencillo y tan dramático al mismo tiempo: “Estuvieron días pegándome cuando me capturaron”. Desde patadas y puñetazos hasta culetazos con las AK-47 que portaban. Así fue la vida de Elvis durante 1 año y 10 meses: “Los bandidos nos encerraron a todos pidiéndonos dinero. Muchos murieron allí”. En la actual Libia, dominada por el radicalismo islámico, los negros son tratados con desprecio, seres sin derechos cuya vida no tiene ningún valor.

Fueron momentos dramáticos; Elvis estuvo semanas sin ver la luz del sol. Pero un día, la suerte que le había abandonado tiempo atrás, resurgió de entre las tinieblas y tanto él como 37 de sus compañeros pudieron escapar de la prisión en una escena cuyo tinte esperanzador evoca al final de El Expreso de Medianoche: “Un día se fueron a comprar alcohol y se olvidaron de cerrar la puerta. En ese momento pudimos escaparnos”

Un nuevo escenario se presentaba en la vida de Elvis. Al escapar, un ciudadano libio le ayudó: “Cuando salí de la prisión había un anciano libio el cual se detuvo y me llevó hasta su casa donde me cuidó. A los tres meses de estar con él, yo quería irme a Argelia. Sin embargo, me dijo que solo me daría el dinero para que pudiera ir a Europa. Yo no tenía dinero, tuve que aceptar. Hizo mucho por mi”. Mahamad, le vieux, como le llama Elvis, es una especie de metáfora de la parábola del buen samaritano: “El anciano me salvó, y me dijo que si quería, podía irme fuera de Libia porque yo quería irme a Argelia pero en ese caso continuarían mis problemas. Si conseguía sobrevivir en aguas del Mediterráneo sería mejor. Y aquí estoy. En España”. No ha vuelto a saber nada del hombre que le salvó la vida y quizás nunca lo haga: “He tratado de encontrarle pero no he podido”.

Con quien sí ha podido hablar es con sus seres queridos: “Cuando llegué pude hablar con mi familia. Hace un mes de eso”. Ahora Elvis vive en un hostal de Reus junto con otros refugiados, amparados por el Estado. “Todavía no sé si me darán los papeles porque es el Gobierno quien decide. Tengo que estar aquí durante seis meses, pero si aprendo español puedo salir antes”. Elvis sueña con no tener que abandonar nuestro país: "Me gustaría hacer vida aquí porque estoy a gusto, me han recibido bien. Muchos de los que llegamos se han ido a Francia o Bélgica pero yo he decidido quedarme en España. Mi futuro está aquí".

La historia de Elvis sirve como ejemplo de la crisis humanitaria que se vive en el Mediterráneo. Mientras las mafias trafican impunemente con seres humanos, el yihadismo islámico arrasa sociedades y obliga a sus ciudadanos a huir de su propio hogar, en Europa resurge el odio al diferente y las políticas antiinmigración tienen cada vez más éxito. Ante esta circunstancia, cientos de mujeres, hombres y niños, mueren tratando de encontrar, tan sólo, una pizca de nuestra vida.