Hace años que el Gobierno trabaja desmontando una y otra vez las piezas que conforman la Lomce, aquella ley concebida para elevar el nivel de exigencia en todas las aulas españolas. Hasta ahora, muchas de las reformas han resultado polémicas e incluso, aquellas que tenían pensado aplicarse, no llegaron a ver la luz ante el descontento popular.

Según la información que publicó el diario El Mundo el pasado martes, el Ministerio de Educación habría redactado un proyecto de real decreto en donde se especifica que los alumnos de secundaria ya no tendrán que sacar como mínimo un 5 en su calificación final para obtener el título de graduado de la ESO, tal y como prevé la reforma educativa del Partido Popular.

Esto implicaría también que los estudiantes de en torno a 16 años podrían pasar a Bachillerato con una nota media inferior al aprobado y con hasta dos asignaturas suspensas, siempre y cuando no sean Lengua Castellana, Literatura o Matemáticas, simultáneamente.

Vuelta a la LOE

Más o menos esta nueva reforma mantiene una similitud con la que ya aplicó el PSOE durante su legislatura. Por aquel entonces, tampoco se obligaba a los alumnos a sacar una nota media de 5 y se les permitía graduarse con una evaluación negativa en una o dos materias y excepcionalmente en tres, siempre y cuando el equipo docente pusiera en una balanza las competencias básicas y objetivos de la etapa.

A pesar de ello, el cambio tampoco implicaría más dureza en la educación, ya que la nota media del curso no exigiría llegar al aprobado y se permitiría suspender hasta dos asignaturas. Un cambio que, al fin y al cabo, pretende luchar contra la actual tasa de abandono escolar en España, situada en un 19%.

Efectos sobre el Bachillerato

Si pusiéramos en una balanza la ESO y Bachillerato, el resultado acabaría siendo otros dos años postsecundaria más complicados. Las condiciones seguirían siendo las mismas: tener una ‘evaluación positiva’ en cada una de las asignaturas de los dos cursos y aprobar todas las materias.

Tal y como informa El Mundo, los datos presentados en el curso 2014/2015 reflejaban una tasa bruta de alumnos con el título de graduado del 77,3%. Esto lleva a una reflexión sencilla del Gobierno: si se eleva el listón, el porcentaje bajará. Aun así también habría que evaluar la situación desde todas sus vertientes. Es decir, ¿merece la pena ‘ablandar’ las oportunidades para conseguir más graduados que no han estado sometidos a tanta exigencia?

Es muy común que el salto de Secundaria a Bachillerato implique siempre un grado de dificultad para el alumno, aunque al final se acabe sacando adelante. Por esta misma razón, mucha gente ya se pregunta si realmente tiene que ampliarse la diferencia entre un ciclo y otro.