Carmen, nombre ficticio para preservar su identidad, sigue sin comprender qué pasó aquel día y se arrepiente enormemente de haber decidido acercarse hasta la óptica para que le ajustaran sus gafas. A sus 86 años sigue siendo andarina, así que emprendió la marcha hasta que se topó con una mujer "con acento como portugués" que le preguntó por una calle de la ciudad.

Aunque esta vecina de Pontevedra conoce bien el lugar que la vio nacer, no fue capaz de ubicar la vía. En ese instante, otra mujer "muy elegantemente vestida", recuerda, se paró a ayudarlas. A partir de ahí, su relato comienza a ser confuso. Recuerda que la primera mostró unos décimos de lotería, que la segunda consultó en su teléfono el número y aseguró que estaban premiados, y que en señal de agradecimiento quería regalarles uno. 

Cuando relata a este medio lo ocurrido, nada le tiene sentido. Pero la realidad es que acabó subida a un coche con ellas y otro hombre, yendo a una sucursal bancaria a retirar todo el dinero que había estado ahorrando por si necesitaba una persona que la ayudara en casa, "los años no perdonan", y llevándolos a su casa, donde cogió todas las alhajas que su marido, fallecido hace más de 30 años, le había regalado a lo largo de su vida. 

"Les di hasta los pendientes que llevaba encima, las alianzas, todo, y les hubiera dado la televisión si me la hubieran pedido. Yo estaba loca. No sé. No era dueña de mí", confiesa. 

Una supuesta bajada de azúcar de una de las mujeres, que aseguró ser diabética, la llevo a ir a buscar unos donuts. Cuando salío para dárselos, se habían esfumado. 

Carmen cree que tuvieron que darle algo para suprimir su volulntad, porque no entiende qué la llevó a aquel vehículo dentro del que circuló varias horas por Pontevedra, aunque es incapaz de recordar qué recorrido hicieron. Sin embargo, se culpa. "La culpa fue mía. Yo les entregué todo. Yo, que no le abro la puerta a nadie".

Dado que existen precedentes en este sentido, ELPLURAL.COM ha preguntado a científicos por la posibilidad de que alguien pueda ser drogado por vía aérea, y no los descartan. "La vía pulmonar es muy eficaz. Podría hacerse con sustancias muy potentes y en dosis bajas", defienden.  

Desde la Comisaría Nacional de Policía de Pontevedra confirman a este medio el caso. No obstante, precisan que "se está investigando" y que, como no hay pruebas médicas ni policiales de que la mujer haya sido drogada, por el momento, no se descarta que se trate de un tocomocho al uso, el clásico timo de la estampita,  

Casos similares en Madrid y Toledo

Cabe recordar que el pasado año 12 personas de un mismo clan familiar fueron arrestadas por más de una decena de delitos de estas características. Empleaban benzodiacepinas para anular la voluntad de las víctimas, a las que a las trasladaban a una sucursal bancaria y a sus casas para sustraer grandes cantidades de dinero y joyas.

En esa operación policial, que incluyó cinco registros domiciliarios, tres en Toledo y dos en Madrid, se recuperó buen número de relojes y joyas, 243.000 euros en efectivo, décimos de lotería, elementos de disfraz y medicamentos, entre otros efectos.

La organización criminal se encontraba altamente especializada y operaba en todo el territorio nacional. Estaba formada por miembros de una misma familia y llevaba más de 40 años realizando este tipo de estafa por el país.

Cuando en 2013 las mujeres denunciaron el caso, no había pruebas del uso de drogas, pero ellas manifestaron que les habían soplado "un polvo"

"Tengo miedo"

Carmen ha gastado ya todas las lágrimas. Ahora solo piensa en seguir adelante, pero tiene miedo. "Tengo miedo de salir a la calle y también por la noche en casa". Pese a todo, no quiere perder su independencia y se niega a irse con los familiares que se lo han ofrecido. Celebra que por lo menos no le hayan puesto un dedo encima y confiesa sentir vergüenza. "No sé cómo hice eso". 

Súmate a

Apoya nuestro trabajo. Navega sin publicidad. Entra a todos los contenidos.

hazte socio