Europa ha activado las alertas tras el repunte en las últimas semanas de fiebre aftosa con diferentes focos localizados principalmente en Eslovaquia, en zonas próximas a sus fronteras con Hungría, Austria y República Checa.

A raíz de esta alta incidencia, este lunes los pasos fronterizos han sufrido situaciones de colapso dados los controles sanitarios que se están llevando a cabo, lo que se suma al cierre de 24 pasos fronterizos desde el sábado por la fiebre aftosa.

Todo ello se remonta a principios de enero de este mismo año cuando Alemania notificó un brote de la enfermedad en Brandeburgo que afectó, en esta ocasión, a tres búfalos de agua. Posteriormente, ya entrado el mes de marzo, el día 7 Hungría avisó de un nuevo foco en una localidad cercana a Eslovaquia, cuya autoridades confirmaron el 24 de marzo la existencia de tres focos en tres explotaciones de vacuno en Trnava, que, el día posterior, ascendieron a cuatro.

Con todo ello, según ha podido informar la agencia TA3, por el momento hay seis casos registrados y confirmados en Eslovaquia. 

¿Qué es la fiebre aftosa?

Según la define el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, la fiebre aftosa (FA) es una enfermedad infecciosa que afecta a un gran número de especies, causada por un virus de la familia Picornaviridae, género Aphtovirus, que incluye siete serotipos inmunológicamente distintos así como numerosos subtipos diferentes.

En esta línea, la fiebre aftosa está caracterizada por causar lesiones de tipo vesicular en mucosas y epitelio de especies con pezuñas hendidas tanto domésticas como salvajes, indistintamente de la edad del animal.

Entre otras cosas, la morbilidad suele ser muy elevada debido a su alta transmisibilidad, si bien la mortalidad suele resultar baja, afectando principalmente a animales muy jóvenes. Se trata de una de las enfermedades víricas de mayor importancia debido a su gran poder de difusión, al elevado número de especies a las que afecta y a las pérdidas en la producción que origina.

¿Cuál es su tratamiento?

El periodo de incubación de la fiebre aftosa puede extenderse entre dos y catorce días, aunque en el caso de pequeños rumiantes puede llegar hasta los 21 días.

Para hacer frente al brote, se opta por la aplicación de determinados medicamentos en animales para la prevención y el control. Sin embargo, por lo que hace a las vacunas, se ha demostrado que no previenen la infección, ni la condición de portador, por lo que en 1990 la Comunidad Europea aprobó una medida que prohíbe la vacunación contra la fiebre aftosa.